Sentada del 11 de marzo de 2010

CANON
Rosa
¿La gente que no somos normal estamos descatalogados? ¿Quién hace los catálogos? Desgraciadamente, en la confección de los catálogos yo creo que participamos todos, pero ocurre que mucha gente, la más interesante, se queda fuera del catálogo. ¿Por qué la lectura, por ejemplo, no es normal? ¿Por qué no es ni siquiera necesaria para la mayoría? Escribir tampoco es normal. Los políticos tampoco son normales. Los extranjeros, tampoco, sobre todo los inmigrantes. Picasso no era un tipo normal, y los cojos tampoco somos normales. Las putas tampoco son normales. Y el pintor de brocha gorda ya es más normal. Un niño no es normal y un preso no es normal. Un cuidador del CAMF que trabaja con buen humor no es normal, lo normal es que esté depre, pero el trabajo sí es la norma para todos los hombres, sin embargo. Los ordenadores no son nada normales, pero eso no le importa a nadie. Y la gente que pasea por los parques tampoco es muy normal. La gente que se ríe no es normal, y menos si se ríe a gritos estridentes y es feliz, como Conchi. Lo normal es la tristeza. La gente que baila no es normal, y la pena es que la gente no baile más. Hay que reconocer que lo normal es el aburrimiento. Una pena, los que hacemos el canon parece que tenemos lo que nos merecemos.



ALFONSO GÁLVEZ AUTOR
Haevy Metal
Es la hostia esta puta vida.
Cómo me mola haber conocido al compañero Alfonso.
En mi pueblo, Andujar, dice mi tía que “allí no hay vida”.
Ojalá me equivoque: Le va a costar muchas lágrimas y no pocos disgustos haber publicado su libro, a Alfonso.
Qué alegría haber conocido a ese viejo profesor, el Andrés.
No tengo barreras que esquivar en este jodido mundo.
Soy y seré adicto a todo lo que me rodea, sobre todo a las faldas.
Alfonso y yo hemos recorrido muchas juergas, de cines y de ferias y de conciertos.
Los dos éramos más jóvenes.
Ahora que él no puede, me lo monto solo y ya me gusta menos la música.


PARA QUE NO ME OLVIDES
Conchi
A mí se me ha olvidado algunas veces tomarme las pastillas de la contractura, pero tenía fácil solución: ir a enfermería. Se me olvidaba ir a las cinco de la tarde, que es una hora muy a trasmano. Menos mal que estaba mi madre que me lo recordaba. Si no, muchas veces me iba sin tomarla, y eso que era para la contractura de mi espalda, no de la suya. En los dos meses que estuve con la contractura sólo un día el fisio, César, me puso calor. El otro día fui a ver si me lo ponía otra vez, pero me dijo que tenía mucha gente, así que me volví a la habitación a ver mi tele de 32 pulgadas, la que me regaló mi tío estas Navidades.
Me puse muy contenta de haber recibido esa tele tan grande.
–Mama, ¿tú no quieres otra igual? – le dije a mi madre.
–A mí me sobra todo – fue lo que ella me contestó.
No sé por qué decía eso, así que se lo pregunto.
–¿Por qué te sobra todo?
–Si estuviera tu padre, sí que me gustaría –fue lo único que me respondió.
Mi madre viene todos los días a estar conmigo y se olvida muchas veces de traer el bocadillo. Coge un poco de fuet y se lo come en mi habitación, y después come un poco de fruta. A veces se la ha olvidado traer dinero, ha ido a hacer la compra al Alcampo y ha tenido que dejar la compra en la caja porque no tenía para pagarla. Otras veces se olvida de coger las llaves de casa y tiene que llamar a mi tía Irene, que vive cerca y tiene unas de repuesto. Si no, tendría que dormir en la calle o llamar al cerrajero para que abriera la puerta.
A las cuidadoras se les olvida bastantes veces poner las sillas a cargar. No la mía, porque yo se lo digo, pero sí la de mi compañero Víctor. También se les olvida quitarnos del baño a veces. Yo hace cuatro años llegué a estar desde las dos hasta las cuatro y media sentada en la taza del wáter, que se me dormían las piernas. Ahora, como me ponen la cuña, lo que se me duerme es el culo y me duelen los riñones, pues sólo tengo que esperar hasta que levantan a todos los demás, porque yo soy casi de las penúltimas. No protesto, aunque no sé qué es peor. Porque si te quejas eres malo, y si no te quejas eres tonto.
Yo me olvido de muchas cosas, por ejemplo, de sacar las macetas a la terraza.
–Si no me acuerdo yo no te acuerdas tú, maja –dice mi madre.
Hasta de beber agua me olvido, que es prudencial, pero a mí no me gusta nada.
Pero de lo que no me olvido nunca es del cumpleaños de mi madre. Y de venir al Taller de Escritura. No hay como desear algo para tenerlo siempre presente.

5 comentarios:

Biznaga66 dijo...

Hola Rosa:
Me ha gustado mucho tu reflexión titulada "Canon", y quería pedirte permiso para publicarla también en mi blog http://lariquezadeladiversidad.blogspot.com/
Por supuesto poniendo tu nombre y el enlace a vuestro blog.
Un abrazo

Trini

...ADREDISTAS dijo...

HOla TRINI nos gusta q nos leas
ROSa se fue al huerto silencioso el h llega a marte y coloniza la luna pero para lo nuestro no hay respusta contesto carmen en nombre suyo puedes disponer de nuestro blog incluso colaborar si deseas.aqui GErardo q ayudaba a Jluis R Roldan me dice q te salude se entristecio por la noticia de patxy en tu blogs
Hasta cuando gustes besotes

URL dijo...

Hola Trini
soy cabmen otra vez sic deseas colaborar con lo nuestro escribe a
escribiradrede@mail.com
en breve haremos un concurso de relatos escuetos sobre diversidades
estan a punto de salir las bases en el blogs
que pena que no seamos Emilio botin
ni Jaime de Marichalar o duquesa de alba con peinado de repollo para pagar nuestro propio asistente
besotes carmen

Anónimo dijo...

ME Equivoque direccion
escribiradrede@mail.com
besotes carmen

URL dijo...

HOLA equivoque direccion soy un desastre
escribiradrede@gmail.com