El color del arcoíris
Cuenta la leyenda que sentado sobre sus propias rodillas, la deidad creadora del cielo y la tierra se encontraba triste. La humanidad carecía de los valores que les otorgó en su creación y se encontraba incapaz de hacerles recapacitar, no encontraba fórmula alguna de recordarles que todo, el sol y la luna; el mar y los ríos; las plantas y los animales… debían ser respetados como ellos mismos.
Las civilizaciones se sucedían a medida que el caos dominaba del mundo. El ego del hombre se había apoderado de él mismo; el orgullo les convertía en seres incapaces de aceptar u ofrecer una disculpa; la imaginación, el instrumento más poderoso de los que les había otorgado, creada como alimento del alma, había mutado a un arma de destrucción masiva, funcionando día y noche con objeto del beneficio propio.
Cuando las eras del hombre se habían sucedido repetidamente, una idea comenzó a madurar en la mente del creador. Un símbolo podría bastar para aplacar la ira del hombre y así, hacerle recordar que la vida es un regalo que debe valorarse y ser digno de aprecio y admiración. Debería ser algo hermoso y efímero, incapaz de ser reproducido por los que se habían tornado seres banales y egocéntricos… Ya que el tiempo no era considerado un obstáculo, fue madurando la idea que comenzaba a brotar; pudiera ser que un haz de luz, mezcla perfecta de la lluvia y el sol, les recordara que hay algo más allá de sus caprichos y sus deseos, que la belleza del mundo que habitan es infinita y que, si bien debían disfrutar el don de la vida que les había sido otorgado, cuidar de la creación y su delicada hermosura divina era su deber más sagrado.
Y así, cuando las nubes nos bendicen con su aguacero y el sol tímido, se vislumbra entre las nubes, un haz de colores nos deleita recordándonos el sutil equilibrio que nos rodea.
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4 comentarios:
Un buen mito, un buen ejecicio mnemónico, ¿hacían falta tantas palabras?
Gracias. La verdad esque tiendo a dilatar demasiado mis relatos con descripciones que, quizás, puedan ser obviadas...pero es mi forma de de ayudar al lector (o intentar) para que vea lo mismo que yo, en su imaginación, al leerlo. ¡Gracias!
A mí no me parece extenso en demasía, lo considero justo y proporcionado. Un cuento amable y esperanzador, a la par que crítico con esta sociedad. Enhorabuena.
Sin ver la relación con la diversidad (como la mayoría de los que he leido); lo considero buen ejercicio de autocrítica. Buen trabajo.
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