La parca

Peva
A este personaje todo el mundo le tenemos un miedo de muerte, pero yo diría que morir es una rutina en la vida cotidiana. Es necesario morirse poco a poco para que todos quepamos algún tiempo en este gran mundo. Porque nuestra tierra es muy grande, pero, sin la muerte visitándonos, un día llegaría en que estuviera saturada de personas. Y esto no puede ser. El mundo es un espacio limitado y, por muy redonda que sea la tierra, tiene un cupo para las personas humanas. Yo esto del cupo mundial lo entiendo muy bien cada vez que me acerco al ParqueSur en un día de fiesta. Se pone el centro comercial a tope total de personas. Y estas personas, además, se mueven. Van y vienen por los pasillos en plan ocio y tiempo libre, se han refugiado allí por pasar la tarde más calentitos y en compañía, por no estar solos. Pero son muchas las personas refugiadas en un espacio tan reducido. Si no se muriese nadie llegaríamos a no caber ni en Parque Sur, que aquí estamos llegando al cupo a pesar de la mano que nos echa la parca. Estaríamos todos apelotonados en todas partes y llegaría un momento en que ni tan siquiera tendríamos aire para respirar. Pero es que el aire es tan imprescindible como el agua, pues sin oxígeno y con este estrés de los empujones no deseados caeríamos al suelo fulminados como pajaritos. Por todos estos motivos, habré de concluir que la parca es una amiga, es algo tan natural y tan necesario como nacer, es el equilibrio lógico de la vida. O sea, que lo quieras o no, tienes que dejar espacio para que quepan los que van naciendo, para que vivan sin tener agobios, sin las pesadillas que yo tengo de vivir en una lata de sardinillas picantonas en aceite de oliva cada vez que vuelvo a la residencia desde ParqueSur.
Ahora bien, lo que ocurre con la muerte es que hay personas que estarían mejor vivas. Y otras muchas que se podían morir, aunque sólo fuese de muerte natural.

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