Sentada del 16 de diciembre de 2010

SAN BERNARDO
Carmen
Eran días muy duros. El frente se rompía y los obuses explotaban cada vez más cerca del pueblo. Bernardo no podía arreglarlo todo en Almazán.
–Es que no puedo dejar solos a mis enfermos –contestaba el buen médico a los que le aconsejaban que huyese.
Y cada día atendía su tarea, aunque a veces se le oía rezongar.
–No sé qué más nos puede pasar en esta maldita guerra.
–No tengo dinero para medicinas –se lamentaba el marido de Águeda.
–Tranquilo, Cecilio, yo tengo aquí algunas medicinas, y toma algo de dinero para que la alimentes, que la comida es la mejor medicina que la puedes dar.
Esta vez no ha podido pagar ni a la criada, ya no había dinero en la casa del médico.
–Bernardo, por favor –le abroncaba su santa, Teodora–, no puedes ser tan manirroto, ya no nos queda grano de la cosecha.
–Pronto Rusia nos inundará de trigo –argumentó Asuncita, la hija de ambos, en defensa de su padre.
–No digas eso, que te van a oír –reconvino la madre– y tendremos problemas con los fachas luego.
Los obuses caían ya sobre las casas de Almazán. Todo era destrucción y muerte. Pero sobre todo, heridos. La mayoría, con heridas que nunca cicatrizarán porque no se inventó la medicina para ellas.
–Bernardo, tienes que huir.
–No, no puedo abandonar a los heridos.
Bernardo fue detenido mientras curaba a un herido moribundo.
A la mañana siguiente fue fusilado y enterrado en una cuneta que ayer mismo era trinchera.
Su esposa, doña Teodora, pudo huir en la confusión, pero no sobrevivió más allá de unos días.
La hija, Asuncita, tuvo mejor suerte. Sobrevivió luchando hasta el final de la guerra y, caída Cataluña, murió de frío al cruzar la frontera por los Pirineos.
Nadie, ni allegados ni deudos, ha reclamado aún los restos de San Bernardo, enterrado en la cuneta.

FATUO
José Luis
Pensaba ir a Lourdes ahora, en octubre, pero como va elquesiempretienelarazón, yo no iré. Elquesiempretienelarazón es un anciano que debería haber ido en mayo, que es cuando van los viejos.
¿Qué pasa? Que elquesiempretienelarazón les come la oreja a los voluntarios que organizan estas movidas para poder venirse con los jóvenes en octubre. Elquesiempretienelarazón es un viejo ridículo que se cree joven, por eso es tan ridículo.
Yo estoy pensando en irme a Jerusalén, pero tengo que asegurarme de que el viejo no se entere de este viaje tan goloso, que seguro que se apunta.
Molaría cantidad viajar a un país nuevo, si bien que asentado sobre lugares sagrados de tan viejos, como son los santos lugares. A mí lo que me gusta es viajar, y Jerusalén no lo conozco.
Elquesiempretienelarazón querrá ir allí porque tiene más caché volver de Jerusalén o Palestina que volver de Lourdes con las mismas arrugas que llevabas, o sea, con los mismos años, o sea, todavía más viejo y más cansado. No soporto alquesiempretienelarazón si siquiera si él estuviera en una esquina del Huerto de los Olivos y yo en la otra.
Se lo voy a decir a Sole, que no le hable de Jerusalén alquesiempretienelarazón. Aunque no me atrevo a mover la cosa porque ella es muy capaz de decírselo sólo por llevarme la contraria: “¡Yo soy profesional, es mi trabajo!”, dirá. ¡Como si no fuera una buena acción profesional dejar fuera a ese cantamañanas! Además, como Sole no me entiende cuando hablo, casi todo lo que le pido me lo hace al revés.
Eseviejoquesiempretienelarazón me amargaría hasta las siestas en el lago de Tiberiades, no lo soporto, es más fatuo que un bola de fogueo.

LOS JUEGOS
MaryMar y adredista 7
Me gusta mucho el juego del dominó. Tu mente se fija en el movimiento de las fichas y queda libre de cualquier otra preocupación. Por esto precisamente es por lo que se usa en el Centro como terapia. Siempre hay compañeros dispuestos a jugar. Yo prefiero como pareja a José Luis, pues se le da muy bien cerrar a blancas. Ganamos de vez en cuando y eso me pone contenta. También me gustan los juegos que vienen en los cuadernos de entretenimientos. Me encantan las sopas de letras, así como los crucigramas. Soy especialista en buscar la palabra adecuada y rellenar la figura. Alguna vez hago trampas porque me gusta ganar. Me resultan muy divertidos los jeroglíficos. Me cuesta un poco de trabajo descifrarlos, pero dando vueltas al final lo consigo. También me gusta lo de ordenar las frases que vienen sin sentido. Me siento a gusto cada vez que lo consigo. También suelo hacer el juego de encontrar las diferencias entre dos dibujos aparentemente iguales, Me tengo que concentrar muchísimo y se me cansa la vista, pero la alegría es grande cuando logro señalar los siete errores. A veces, cuando viene mi hermana Yolanda, jugamos al “ veoveo”. Mi sobrino Pablo se quiere entrometer y descubrir el objeto antes de que yo lo haya hecho, y eso no me hace ninguna gracia.

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