Duendes

Carmen
Me gustaría un mundo donde los cojitrancos pudiéramos ir donde quisiéramos, donde los autobuses estuvieran adaptados y yo pudiera ir a buscar a mi familia, en vez de tener que venir ellos aquí. Sueño con el día, ¿es mucho pedir?, que el metro de Moratalaz o Estrella puedan servir para acercar a este monstruo de mi silla y a mí hasta mi familia.
También estaría divertido, aunque soy muy miedosa, que los planos verticales, estos que sirven para estirar nuestras malditas rodillas, se pudieran mover como sillas eléctricas y así circular por ahí tanto sentada como de pie. Ya lo soñaba yo en mis siestas de niña.
También sería bonito que los israelitas no fueran tan prepotentes y mimados por los yankis, y que se entendiesen con sus vecinos paupérrimos de Palestina. El conflicto israelopalestino no es el más tremendo de todos los que asolan el mundo, pero sí es la madre de todos los conflictos.
Aunque lo que más echo de menos son unas vacaciones en el mar, para mí y para todos nosotros, que nos pudiéramos librar de este maldito centro al menos por unos 20 días, como la gente que tiene piernas.
Pero lo más bueno sería que todos nosotros, los toros sentados, pudiéramos circular por cualquier parte.
Y también me hubiera gustado, en vez de ser una jodida minusválida, convertirme en un delfín que salta y vive en el agua, o en una buena nadadora de mariposa, que se hunde, pero estira la camocha otra vez y respira.
Y me hubiera gustado haber tenido más agallas para hacer muchas cosas y, en vez de construir mi propia cerradura y mi propia cárcel, haber ayudado a mi madre en sus dolores y depresiones.
Yo soy una persona con demasiada pachorra y calma, pero no sé decir que no a las peticiones de la gente. Me gustaría que alguien lo viera, en lugar de decir siempre que estoy dormida. Me gustaría que vieran y valoraran cómo me voy por ahí a visitar a la gente. O a escuchar a la banda municipal. Por cierto, que José María Martínez Muñoz, el director de la Escuela de Música donde se forma la banda, es amigo de mi amiguete, el muy salido pintor cojo Ángel Muñoz. Y acabo de descubrir que este tal director tiene mucha marcha y no está de mal ver. El próximo sábado lo volveré a ver, cuando actúe cerrando el actual certamen de Bandas.
Me agradaría que dijeran de mí que soy buena chica, en lugar de decirme siempre que no ando porque no quiero.

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