Un 19-J ante los leones del Congreso

HeavyMetal
Te lo pasaste teta el Sábado, 18 de junio, bailaban tus amigos en el Rigoberta.
Cuánta poesía en el escenario.
Qué bien bailan mis compis.
Hubo un comentario de Marta sobre Marcos que me hirió, los dos bailarines de la LisarcoDanza, pero es conveniente no dar detalles.
Menos mal que mi amiga Guiomar se decidió a venir a ensayar a mi casa, al CAMF, con los chicos de la LisarcoDanza.
Y ahora sé que bailan en los Teatros del Canal en día 25, sábado.
Ojalá se venga conmigo a Neptuno, mañana, mi amiga Marta, la bailarina, que no me hace ni caso.
Es lo que mola: nosotros somos diferentes, y eso algo le comunica al público, supongo.
El otro día me pidió Rafa, el director de la Lisarco, que bailase para él.
Pero el poema bonito es lo que voy a escribir del 19 de junio, con los indignados.
Qué chico más original eres, eres la hostia.
Por poco me quemo vivo al sol, toda la mañana al sol.
Entré por la Carrera San Jerónimo, con un par de pelotas.
Empujaba mi silla otro indignao como yo.
¡Qué fuerte, macho! Llegamos al cordón policial y nos dejaron pasar.
Cuando llegó mi metro a Marqués de Vadillo, la línea está cortada y nos echan del vagón.
Fue un viaje muy completo. En Marqués de Vadillo cojo otro tren que viene al rato.
Y me lleva de vuelta a Casa de Campo.
Este es el tren para los tiraos como yo, porque había autobuses gratis, pero no podía salir a la calle porque Marqués de Vadillo no tiene ascensores.
Y el segurata se negó a ayudarme.
Y desde allí, a la Casa de Campo y cojo la línea 10 hasta Plaza de España.
En Plaza de España subo a la superficie, ya que continuaba bajo tierra.
Tres horas de marcha en el 19-J y todavía no había comenzado a andar.
Y ahora, bajo un sol de justicia, en dirección a Neptuno, y cuesta arriba.
Muchos colegas me dicen por qué no llevo silla eléctrica. Es una buena pregunta.
Yo sí que hice una buena marcha, solo hasta Callao y Sol tirando del carro.
Un chico desgreñado comenzó a tirar de mi silla en Sol, en dirección al Congreso.
Ya lo pongo ahí arriba, pasamos el primer cordón policial.
Y allí estábamos los dos ante los leones. Y todo Neptuno repleto de gente que quería llegar donde nosotros ya habíamos llegado.
En el cordón policial de acceso a Neptuno desde el Congreso nos pararon. Ahí me quedé.
En Nectuno gritaban como un mar, con un fondo atronador de bongos.
Estaba emocionado vivo y tenía que mear.
Pedí permiso a los leones y a sus pies hice aguas menores, o sea, que meé en las barbas del Congreso.
Y con tanto sol y tanta marcha, me quemé vivo.
Esto es cojonudo.

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