En la Verbena de San Isidro

Víctor y adredista 0
A Carlos y a Yolanda les fue a juntar la vida en la romería de San Isidro. Carlos, antes de Yolanda, sólo había conocido su moto. Después de conocer a Yolanda, la moto siguió siendo su verdadero amor.
Yolanda en cambio, antes de Carlos, no había tenido más que obligaciones. Huérfana de padre, cuidaba desde niña de su madre, afectada de esclerosis, y de un hermano más pequeño que ella, objeto de todo su cariño.
Aquella noche de la verbena de san Isidro, Yolanda necesitaba divertirse, eso una lo sabe, y fue a tropezar con Carlos, que nunca había hecho otra cosa.
Bailaron primero y retozaron después. El amanecer los sorprendió en la moto, de vuelta a casa.
Carlos se acordó de Yolanda al siguiente viernes y fue a buscarla. Yolanda, sin embargo, no había podido olvidarse de Carlos ni un instante durante estos siete días.
Y así continuaron durante el próximo verano, Carlos enamorado de su moto y Yolanda colgada del motero, Carlos desocupado y Yolanda atenta a sus obligaciones y a esta nueva emoción del amor, tan limpia y descansada.
Hasta que un día de septiembre Yolanda, muy ilusionada, le dio la noticia a su motero:
–Carlos, estoy embarazada.
–¡Qué me dices! ¡Eso es un disparate!
Se había terminado el verano y nada volvió a ser igual entre ellos dos. La moto de Carlos comenzó a hacer otras rutas los viernes noche y Yolanda continuó con sus obligaciones, ahora cuidando también de su hijo, al que bautizó con el nombre de Pablo, que así se llama el hermano que ella había criado y que ahora es mayor.

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