Fin de curso

Estrella
Me he pasado estos últimos meses, en el CAMF, escribiendo en un Taller de Escritura Creativa con compañeros fanáticos del boli. Ha sido una experiencia única, de este vagón ya no me bajaré nunca. Estos meses han sido plenamente satisfactorios para mí, ya que he comprobado que, de una simple anécdota de mi vida, puedo sacar un montón de personajes y relatos diferentes.
Cuando llego al taller los lunes por la mañana, rezando para que no se me retrase la ambulancia, y el monitor Andrés propone un carácter determinado para que lo dibujemos, lo mismo da un avaro que un celoso o una mujer fuerte, siento que se me despierta un gusanito en la boca del estomago con ganas de soltar la lengua y dar rienda suelta a las más increíbles e inimaginables historias que se han escrito jamás en Talleres de Escritura.
Como este gusanito es tan insaciable y se alimenta de mi vida, cada vez quiere más y más historias. Da la casualidad de que yo tengo mucho camino andado y mucha imaginación para abastecer a un gusanito como él, o a cuatro hermanos, y me es fácil alimentarle echando mano de mis recuerdos buenos y malos.
Me siento supersatisfecha, completa y llena de entusiasmo con las cosas que he empezado a escribir en el Taller, porque estoy rozando el listón que yo misma me estoy poniendo, que por cierto no soy nada complaciente.
Pero sé también que, si sigo así, como hasta ahora, luchando y teniendo fe en mi misma, terminaré saltando este listón, por muy alto que me lo ponga.
De hecho, hago trampa, pues es Irene, mi hermana, la que más me anima, y su entusiasmo el que más me sostiene. Irene, cuando yo me caigo, que me caigo algunas veces, siempre me tiende su mano. Y cuando yo dudo, ella me indica el camino a seguir. Irene siempre fue mi maestra en esto de la escritura, pues siempre escribió como un ángel, y ahora es ella la que me anima a escribir el libro de mi vida.
El caso es que yo me lo estoy creyendo. Y comienzo a creerme capaz de hacerlo después de esta maravillosa experiencia del Taller.
De momento, seguiré alimentando a mi gusanito. Voy a convertir a este gusanito, de tanto comer historias, en el monstruo de los relatos. Cuando lo consiga, estaré preparada para contar la gran historia de mi vida, la historia de una mujer del siglo XXI, historia que dedicaré a mis compañeros escritores del taller, los adredistas del CAMF, y a toda la cuadrilla de asistentes que vienen a ayudarlos a escribir, especialmente a Manuel, al cual dicto, y a Andrés, que me mete caña.
Es una historia que dedicaré, sobre todas las cosas, a mi querida hermana Irene, que ya sabes lo mucho que te quiero.

No hay comentarios: