El ahorrador

Laura y adredista 1
Para ser ahorrador hay que saber conservar el dinero que uno tiene. Eso es lo que hago yo, que acostumbro a emplearlo para mis necesidades y para pagar a las personas que me atienden: me limpian el cutis, me dan masajes, me cortan el pelo cuando lo necesito, me hacen la manicura... porque soy presumida y me gusta estar bien. Gasto el dinero solo en las cosas que necesito, sobre todo en ropa de buena calidad. Y si tengo dinero suficiente, no dudo en comprarla, si no lo tengo, solo la miro. 
En el taller de escritura me ahorro todo: el bolígrafo, el papel y el pago a las personas que me ayudan. Es algo que no había pensado nunca hasta hoy, es totalmente cierto.¡Qué poca vergüenza tengo!
Vivimos en una sociedad de consumo donde no todo el dinero se aplica bien. Muchas veces se gasta más de lo que se tiene. Así nacen las trampas, y las trampas no traen la felicidad, sino que la gente termina con la soga al cuello.
Me imagino lo mal que lo puede pasar la gente derrochadora, su cabeza no debe de funcionar bien: gasta más que gana, llena su habitación de cosas que no usará jamás y terminará olvidándolas en cualquier lugar y, si son perecederas, se le estropearán. Ese es el camino para la ruina.
Además, estas personas son incapaces de donar lo que les sobra a otras más necesitadas, pues la ruina ha entrado también en su corazón.
La persona ahorradora siempre tiene dinero. El dinero se obtiene por el trabajo, o por herencia, o incluso –algo muy poco frecuente– porque ha tocado en la lotería. Pero es tan fácil gastarlo.

No hay comentarios: