El electricista

Laura y adredista 1
Benito es un gran electricista, lo conocí cuando vino a casa porque se nos fundían los plomos constantemente y necesitábamos arreglarlo. Llegó puntual a la hora que había dicho, nos saludó muy educadamente y preguntó a mi madre cuál era el motivo de su llamada. Mi madre le explicó que, sin razón alguna aparente, se cortaba la luz cuando menos lo esperábamos.
Yo no me enteraba de lo que hablaban entre los dos, solo admiraba la belleza de su calvicie, le brillaba de forma especial la parte superior de su cabeza. Su voz agradable y la conversación con mi madre pasaban desapercibidas, solo miraba su calva y lo demás me tenía al fresco.
Me preguntaba a mí misma: “¿Por qué me estaré obsesionando con su oronda calva?” Quizás porque Fernando, mi hermano mayor, se está quedando calvo y yo le quiero mucho. No encontraba otra explicación.
Benito se marchó después de solucionar el problema y nos prometió que volvería en pocos días para ver si todo seguía bien.
Mi crueldad es que esos días se me hicieron eternos, porque soñaba con verlo. Pasados cinco días vino por segunda vez y recibí la decepción de mi vida. Lucía una peluca, que a mi juicio no le quedaba nada bien. Le sentaba mucho mejor la brillante calva de la semana anterior. ¿Quién le pudo aconsejar semejante sacrilegio?

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