Noche negra

Víctor
Felipe había ganado la medalla de oro en lanzamiento de peso esta misma mañana, ya es el campeón de Madrid, y me invitó a unas pizzas con el dinero que aún no le han dado del premio. Compramos tabaco en El Cordobés y cruzamos la avenida para hace una visita a su hermano, antes de dirigirnos a Telepizza. El hermano de Felipe vive en la plaza de Holanda, justo detrás, y nos entretuvimos un buen rato allí.
Cuando volvimos a enfilar nuestras sillas en dirección a Telepizza, en un lugar por el que estamos hartos de pasar, pues de visita al hermano ya me ha llevado más de una vez, enfilé con la silla la escalera, que está de frente, en vez de la rampa, que está a la izquierda y tuerce más a la izquierda todavía. Felipe, que iba delante y ya me esperaba al pie de la escalera, me gritaba: “¡¡¡A la izquierda!!! ¡¡¡Por ahí no!!!”, pero como habla tan raro, no es el más indicado para darte los avisos urgentes. Con lo primero que paré el golpe fue con la cabeza y la nariz. Quise poner las manos, pero me fallaron. Tengo ahora más puntos que un usuario de Mivistar, por toda la cabeza, en la cara. ¡Para haberme matado!
Felipe había comido con el alcalde y se disponía a cenar conmigo. Y terminamos los dos en manos de la policía. Unos chicos que habían oído gritar a Felipe y salieron de Telepizza, me vieron rebotar por las escaleras y me ayudaron a darme la vuelta, pues había quedado boca abajo y no podía moverme. La poli llegó antes que la ambulancia. Todo había ocurrido justo en las escaleras que hay por el callejón detrás de Telepizza.
Los polis me miraron desde lejos un poco, sangraba mucho por la boca. Tenían más prisa todavía que yo, pues llamaron hasta tres veces a la ambulancia, que tardó cerca de una hora en llegar.
A Felipe no le dejaron venir conmigo y se tuvo que volver a la residencia sin cenar y con un buen susto en el cuerpo por mi culpa. Lo siento, amigo. Le tuvieron que dar dos valium para dormir, pero no le hicieron efecto y se pasó la noche en blanco. Esto lo supe al volver del hospital, al mediodía.
En el hospital me trataron como a un rey, que lo sepas, Macarena. Me cosieron la cabeza y la nariz y me pusieron inyecciones en la frente de no sé qué. Me hicieron radiografías y descubrieron que tenía partido el fémur derecho a la altura de la rodilla. Me lo ferulizaron y tengo que volver la semana que viene. No sé bien qué me dijeron de operarme y me entró un poco de canguelo y se lo dije a la enfermera.
Pues esto ha sido todo, el segundo fémur roto de un adredista en este mes, y los dos después de rodar con la silla eléctrica por unas escaleras, Fernando y yo. Y a Felipe le darán los 1200 € del premio por haber ganado la medalla cuando terminen las competiciones, que ahora se tiene que presentar al campeonato de la CAM y después, al nacional, y los que ganen allí irán a las olimpiadas. Si hace la marca de los cinco metro tiene posibilidades, pero no sé quién lo va a celebrar con él ahora. Yo me parece que no voy a ir, por lo menos a Telepizza, no me he levantado de la cama todavía.
Y Macarena se enteró de todo porque alguien se lo chivó.

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