Fonso
–Juez:
Póngase
en pie el acusado y conteste a las preguntas del Ministerio Fiscal.
–Ministerio
Fiscal:
Con la venia: ¿No es cierto que sobre las tres de la madrugada del
día de autos, cuando sus vecinos gozaban de un merecido descanso,
usted al grito de: “¡Tú no te metas!, ¡Lo tengo que matar! ¡Ya
no aguanto más!” y expresiones similares, estuvo alborotando hasta
que alguien llamó a la policía?
–Acusado:
Sí,
es cierto... pero es que yo...
–Juez:
Limítese a contestar Sí
o No.
–M.F.:
¿No es cierto que durante las tres horas que se negó a abrir la
puerta y ceder el paso a las fuerzas del orden, por carecer del
preceptivo permiso judicial, usted pudo deshacerse de la víctima por
la parte trasera de su vivienda?
–Acusado:
Claro que sí, señoría... pero es que las cosas no siempre son lo
que parecen, y...
–Juez:
Le repito que se limite el acusado a contestar a lo que se le
pregunta. Más adelante, cuando este Tribunal se lo permita, el
acusado podrá ofrecer su versión de los hechos... Prosiga el
Ministerio fiscal
–M.F.:
Con la venia: ¿No es menos cierto que los agentes encontraron
señales de sangre en cortinas, alfombras y tresillo, los muebles
desordenados, al acusado con arañazos en brazos y cara, y a su
señora bajo los efectos de un fuerte ataque de nervios?...
–Acusado: Sí.
–M.F.:No
tengo nada más que preguntar.
–Juez:
Responda el acusado a las preguntas de su abogado.
–Abogado:
Con la venia de su señoría, le pido a mi defendido que nos saque de
dudas. Cuente a sus señorías lo ocurrido en la noche de autos.
–Acusado:
Una gran parte de lo que dice su señoría del Ministerio Fiscal es
verdad, Dios me libre de discutir con su señoría. Sólo en una cosa
se equivoca su señoría y es ello considerarme un asesino. Pero todo
en la vida tiene un límite, -acuérdense sus señorías del Santo
Job- y aquello era más de lo que un hombre paciente, y amante
esposo, puede soportar. Así que al verle en la cama con mi esposa se
me nubló la vista, y con lo primero que encontré a mano hice lo que
su señoría hubiera hecho de haberse visto en mi lugar...
–Juez:
Supone usted mucho.
¿Debo entender que se mantiene firme en su versión a las fuerzas
del orden, de que estaba viendo la tele-visión en el salón, acudió
corriendo a la habitación de matrimonio ante los gritos despavoridos
de su esposa porque su gato intentaba arrancarle los ojos y que, en
legítima defensa, con un cuchillo de cortar el jamón lo persiguió
a cuchilladas por toda la casa hasta conseguir matarlo y que luego lo
tiró al contenedor de la basura?
–Acusado:
¡Precisamente!
–Juez:
¿Y cómo se explica que después de haberlo matado, no apareciera su
cadáver por ninguna parte?
–Acusado:
Acuérdese su señoría de las siete vidas de los gatos.
–Juez:
Se levanta la sesión.
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