MINIATURAS
/ XXXVI
Iñaki
Deja
de darle vueltas,
estás
escribiendo,
estás
por escribir,
estás
diciendo en mundo.
Si
estás aquí,
si
estás allá,
es
como coger la vida
si
estás.
No
tenemos que estar todos
pero
tenemos que estar en nuestro sitio.
Me
cuesta emocionarme,
me
cuesta amar,
me
cuesta la cuesta arriba
de
mi vida.
Quiero
vivir mi vida
y
quiero vivir la vida de los otros:
nunca
estamos solos.
Si
todavía chufla el boli,
todavía
chuflará otra idea,
y
si chufla una idea
es
que hay vida.
¡Boli
mágico,
que
dibujas mis emociones!
¡La
culpa la tiene el boli!
Estamos
sentados,
estamos
despiertos,
somos
una estrella
brillando
en el firmamento.
¿Por
qué la vida
se
acompaña de soledad?
¿Por
qué la soledad
te
despierta a la vida?
No
habría vida
sin
su poco de soledad,
oh,
maravilla.
Punto
muerto
de
emociones,
punto
muerto:
no
se escucha mi huerto
que
germina.
UN
POCO DE CONSUELO
Víctor
Nieves
se ha criado con su tío César, un solterón de corazón duro y
huesos blandos, que se partió las costillas un día que había
bebido demasiado y se cayó. Desde entonces mueve su enorme barriga
ayudado de una muleta, por seguridad.
Amén
de las broncas de su tío, que la hicieron llorar desde que era niña
y se ha acostumbrado, lo que de verdad ha entristecido a Nieves este
verano es que su primo Miguel abandonara a su mujer Toñi para liarse
con otra mujer más joven, que, por cierto, es una buena chica y una
buena madre, ella no es el problema.
Miguel
y sus hermanos han sido la única familia de verdad de Nieves. Su tío
Cesar no podía soportar que ella les hiciese más caso a sus primos
que a él. Y cuando por fin Nieves decidió casarse y abandonar la
casa de su tío, el viejo gruñón intentó pegarla con la muleta.
Bien
sabía el viejo que fueron los primos los que aconsejaron a Nieves a
dar el paso que ha hecho de ella una mujer feliz, a pesar de las
lágrimas que le continúan provocando los insultos de su tío, pues
se fue de casa, pero no muy lejos, para seguir cuidando de él, de
sus comidas y de su casa.
A
sus insultos está acostumbrada Nieves. A lo que no se acostumbra es
a la irresponsabilidad y sinvergonzonería del primo.
–Miguel,
Toñi es una buena madre y una buena mujer, no se merecía lo que le
has hecho. No se abandona a una familia.
–La
vida es muy larga, Nieves –le contesta el primo.
–Y
tú, muy duro de corazón.
Nieves,
que no tiene hijos, ni quiere tener, ahora ayuda a Toñi a criar a
los suyos.
–Si
no fuera por ti, Nieves, –le confiesa Toñi– no sé lo que haría.
–Llorar,
como yo cuando me insulta mi tío César.
–Ese
viejo sí que es malo.
En
el fondo, Nieves y Toñi se necesitan, las dos necesitan un poco de
consuelo y un poco de ternura.
CUADERNO AZUL / 2
Carmen
Hay
tantas personas que quiero… pero pienso ahora en Víctor. Víctor
es un amigo de mi hermano, de cuando estudiaban juntos. Es un
auténtico ciclón de alegría y vitalidad, hablador y polémico,
moreno y alto, con barba, con cierto aspecto de pintor bohemio. Un
día se pasó un rato enorme intentando demostrar que en Alemania
había más horas de luz solar, hasta sacó una calculadora y todo. Y
con cierto acento entre extremeño y andaluz. Es divertido, algo
pelota, con ochenta oficios y más mujeres, su vida es como una noche
de fiesta, con resaca.
En
Soria hacía muchísimo frío, la nieve blanqueaba campos y praderas
muy a menudo. Un día, de los primeros de mayo, la era frente a mi
casa apareció con un manto blanco de nieve. Los niños hacían
grandes muñecos y la gente al pasar reía y gritaba: “¡Mirad,
el muñeco del patio de la escuela, mirad!”
¡Oh,
la nieve! Es increíble cómo una cosa tan pequeña y mínima puede
hacerse grande y cubrirlo todo tan de blanco, tan extensamente, tan
igualitariamente.
Me
viene a la memoria la escuela de mi padre, con su estufa de leña y
sus pupitres, los tinteros como sombreros de loza invertidos. Me
gustaba escribir con las plumillas enganchadas en su palillo.
–Niña,
es el tercer vestido que manchas en la semana –me decía mi madre.
Hay
veces que el mundo exterior me da miedo, a enfrentarme a la calle, a
caerme de la silla, a luchar. Quisiera abrir la ventana de aprender a
nadar, de circular sola por ahí... Y por otro lado pienso y me
obsesiono, si yo no podría haber hecho algo más con las
enfermedades de mis padres, con su triste final... Pienso que mi vida
es absolutamente inútil, estéril, anodina.
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