Víctor
Cristina
vive al otro lado de la plaza y ahora yo la veo mucho porque siempre
coincide con Macarena en el mercadillo del los jueves en la Avenida.
La conozco desde hace mucho, porque cogió la costumbre de acompañar
a mi hermana hasta casa y ayudarla con las bolsas cuando se cargaba
mucho. Porque Cristina vive con su marido, que es conserje en el
Ayuntamiento, no tienen hijos y nunca compra demasiadas cosas.
Cristina
está pendiente de la carga de bolsas de mi hermana porque son
amigas, pero también les echa una mano a los viejos, si los ve
apurados, no le importa. Mi hermana carga las bolsas en mi silla
eléctrica y así aligera peso.
Cuando
las dos vuelven del mercadillo no se despiden en la plaza. Cristina
nos acompaña a casa, cargada con alguna bolsa nuestra, y luego
vuelve sobre sus pasos, atraviesa la plaza, deja lo suyo y se acerca
a casa del viejo Juan a traerle los recados.
Esto
era antes, cuando Cristina estaba pendiente del viejo Juan y lo
asistía. Hasta este verano, que se murió de puro viejo. Cristina le
levantaba y le vestía, le sentaba en el sillón, le hacía la comida
y le acompañaba, hasta que el viejo se cansaba y volvía a la cama.
Porque el viejo Juan no tenía a nadie, su pensión era una miseria y
casi todo se iba en pagar el alquiler de la casa. Como ya no podía
caminar, se le ocurrió a Cristina gestionarle una silla de ruedas.
Hizo todos los papeles, pero había que comprarla y pagarla, para que
luego la Junta de Extremadura devolviera el dinero, presentando la
factura. Como Juan no tenía los 500 euros que cuesta la silla,
Cristina se los adelantó para poder tenerla y sacarlo a pasear.
¿Qué
pasó? Que el viejo Juan se murió y ahora la Junta ya no se hace
cargo de esa factura de la silla.
–Mi
marido me dijo que soy un poco tonta –le cuenta a mi hermana cuando
se acuerdan del viejo Juan.
–Eres
tonta, de tan buena –contesta Macarena– ¿Pero qué quieres que
te diga? Yo prefiero a las tontas más que a las listas.
–Un
día mi marido no aguanta más y me echa de casa –insiste Cristina.
Yo
las observo y la verdad es que me parecen las dos tal para cual, de
tan tontas que son.
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