Desamor


Conchi

Yo tenía un amigo, Marcos, por no ponerle su nombre real, para que nadie se entere, pues está casado de segundas. Estaba en el Hospital Clínico de S. Carlos, en Madrid, y me enamoré perdidamente de él. Yo tenía cinco añitos y él había cumplido veinticinco. Era delgado, moreno, con ojos negros y un cuerpazo demasié. Cuando pasaba delante de mí me sudaban las manos, me entraban escalofríos por todo el cuerpo, me temblaban las piernas, aunque iba en silla de ruedas manual y me llevaban de un lado para otro los cuidadores. Me echaban chispas los ojos, unas chispas luminosas. Me ponía colorada y nerviosa. Menos mal que se fue pronto, aunque no he podido olvidarlo y lo sigo por ahí, por sus traslados y sus matrimonios.
Pero había otro médico que se llamaba Ricardo, aunque no es su nombre real, pero para nosotros sí, y me parece que estaba más colada por éste que por el anterior. En cambio con éste, cuando lo veía, me salía una sonrisa de oreja a oreja, ya que siempre que pasaba por mi lado me decía cariñosamente “orejillas de salchichón” y me subía por el cuerpo como una culebrilla. Me enamoré de él como los bobos. Cada día que pasaba me gustaba más y más. Tenía unos ojos azules como luceros.
Pero me dio puerta sin darme puerta. Me dijo que era una cría, que era muy pequeña para él. Pero yo dale que dale, seguía enamorada hasta los huesos. Me decía: “Olvídate ya de mi, no te quiero ni un poco”.
Y dejó de atenderme. Me quedé desconsolada. No quería comer, ni levantarme de la cama, tampoco hacía los deberes. Porque yo antes escribía a mano, despacito, pero lo hacía. Desde entonces, nada.
Con el tiempo y una caña se me pasó el enamoramiento tan fuerte. Fui creciendo y me di cuenta de que las personas son así así... y también me di cuenta de mis límites. Aprendí hasta dónde se puede llegar. Desde entonces no he vuelto a enamorarme de nadie.
Pienso que nunca me enamoraré, ya que las cuidadoras de este centro se meten por medio en lo que no les importa. Y eso no me gusta.
Por eso prefiero estar sola. Hablo con todo el mundo, pero con ninguno en concreto.

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