HeavyMetal
Qué
ciudad más fría ésta, Ferrol.
Te
vas de Leganés, condenado. Cambias de chip, es saludable.
Qué
curioso y relajante es el canto de las gaviotas.
Mi
amigo César se ha equivocado, viene conmigo pero extraña a los
colegas, me da mucha pena.
Quise
llegar el primer día a la Plaza del Inferniño, donde empezaba la
ciudad cuando antes, pero se me ha hecho tarde.
Cuántos
amigos me he encontrado aquí, en la residencia.
Juan,
el camarero: este tipo, la última vez que me hizo la cama, cuando
antes, cuando me fui de Ferrol, me hizo la petaca, sí, como a los
quintos.
Desde
el 96, que me fui a vivir a Leganés, no había vuelto a Ferrol.
Recuerdos
muy hermosos me vienen al tarro. El colega va a disfrutar cuando los
meta en el blog.
Y
el graznido de las gaviotas, tan bello que me pone la carne de
gallina. Seguro que estas vacaciones las repito.
Hacía
muchísimo que no salía de Leganés. Ya era hora, cabrón.
Seguro
que recomiendo a otros compañeros esta aventura del intercambio.
Por
ejemplo, a mi amiga Carmen Soria, que no ve más allá de los ojos de
sus amigos Willy o Ana Torralba.
Varias
cuidadoras me han recibido con mucho cariño, no se puede expresar.
Ignacio
Melanga también me recordaba, o Teresa, prácticamente todos seguían
igual, qué suerte.
Mucha,
mucha gente que ha quedado en el recuerdo. Y después de más de
quince años sin vacaciones.
Qué
bueno, qué hermosa la oportunidad del intercambio con colegas.
Y
tu amigo Olegario seguro que te estará viendo desde el infinito.
Salíamos juntos y llegábamos hasta Cantón de Molíns y el puerto.
Nos daban las tantas. Olegario disfrutaba más que yo.
Lucía,
la psicóloga anterior a Gema, me dijo un día en Leganés:
–Hay
un nuevo ingreso, viene de Ferrol, se llama Olegario.
–¿Olegario
López?
–Sí.
–Tengo
que verlo, hemos subido muchas cuestas juntos.
Cuando
le pude saludar por fin, me di cuenta de que ya venía un poco tocado
a Leganés. Había cogido el mal de los gallegos, el miedo a los
fantasmas.
He
sufrido mucho observando su deterioro, hasta su muerte. A veces morir
es descansar.
Esta
ciudad se cierra a las 22,30 de la tarde en agosto, a esa hora no ves
un alma.
Joder,
los recuerdos me atraviesan como cañonazos del Arsenal.
Bajo
toda la Ctra. de Catabois, que ahora la cruzan avenidas con
semáforos.
Cuando
entonces no había nada, Olegario y yo circulando cuesta abajo y
cuesta arriba.
Molan
estas vacaciones, pero no dejaría Madrid por nada.
A
cuánta gente he abrazado, José Luis Gundín, Elsa, Maribel,
Miguel... Es muy hermosa la crónica que estás haciendo.
Fui
hasta la Rúa de Galiano y Plaza de España... Cómo está de
cambiado, macho.
Vaya
día más grande tuve hoy, 22 de julio. Encontré a mi amigo Camilo,
quince años hacía que perdimos el contacto.
Qué
fácil se hace rezar cuando estás con Camilo, dios te oye, Camilo
tiene la llave del cielo.
Y
el día 23, casi se me revienta el corazón. Todo Catabois abajo, y
al llegar al Inferniño, entro en la cafetería Valencia.
Allí
pregunté por Miguel. Estaba en el hotel. Como eran las dos y pico,
entré a comer al Parrulo.
Estas
vacaciones sí que son un lujo. Y me las merezco, después de todo lo
que he escrito en el blog y de tantos programas de radio.
Y
Nacha, que me tenía agotado, todo el invierno dándome el coñazo
con el orden, es muy cansina.
Fue
un día muy emotivo, el día que encontré a Camilo. Sabía dónde
buscarlo. Cuántas emociones recogen estos renglones torcidos.
Joder,
y mi amiga Raquel, del Inferniño, que por fin lo digo, que también
nos abrazamos, que yo estuve enamorado de ella.
Has
aumentado el número de fans para nuestro blog de
Escribiradrede.
Tus
primeras vacaciones después de una eternidad.
¿Con
cual te quedarías, Ferrol o Leganés?
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