Peva
Las
personas a mi alrededor no aparentan, son como son y no hay más, que
una silla de ruedas imprime mucha personalidad. La única que todavía
aparenta algo soy yo misma, que me paso el día engañándome con ser
joven aunque experimentada. En realidad, lo único que tengo mío y
no me falla es mi nombre. Porque yo de verdad de la buena me llamo
Pilar. Y no me lo cambio por nada porque me gusta, y como me gusta y
lo quiero para mí, pues no tengo que aparentar que me llamo Pilar,
lo soy, soy Pilar, y además mi nombre, así, pilar, es como un gran
fundamento y me da un poderío bestial. Un fundamento es irrompible y
aguanta el paso de los años, que no es el caso de mi menda, que mi
pila de años, los que tengo, me obligan a aparentar ser una
jovencita de cuerpo aunque con experiencia. Qué ideal de la muerte,
pero lo que pasa es que ni soy joven ni tengo maldita la experiencia
de nada. Me dejo llevar por la pura apariencia, no puedo evitarlo y
me dejo llevar como una cometa en el aire que aparentemente va a su
antojo, pero que si te fijas mejor ves el hilo y comprendes que era
pura apariencia o, más aún, pura obligación, pues es llevada hacia
donde el viento le da la gana, o sea, que quien está jugando es el
viento. El viento sí es libre para mover a la cometa aunque no lo
parezca.
Y
yo escribo con apariencia de lógica aunque de lógica no tiene nada.
Porque a mí, con los años se me acentúa la ansiedad, y esto no es
nada lógico, ni lo aparenta. Pero me ocurre, porque me aumenta la
impaciencia por hacer o alcanzar lo que ya no está al alcance de mi
silla de ruedas y de mi naturaleza. Antes todas las cosas estaban
aparentemente más cerca porque yo era más ágil, tenía las carnes
más flexibles y esto me daba mucha más movilidad y con ella
abarcaba más, me permitía hacer más cosas de mi vida cotidiana y,
por lo tanto, mi ANSIEDAD disminuía, era mas llevadera, como más
liviana, vamos, más ligera. Esto de la ansiedad parece una canción
de Machín, un auténtico romántico, un volao de los boleros y las
tragedias de amor de hombres con poca imaginación, ese amor que lo
mueve todo porque el enamorado, además, tiene dinero. Que es lo que
pasa, que el dinero es mucho mejor tenerlo, porque de esta forma el
amor se complica menos. Y sobre todo, que sin dinero el amor es más
pobre y no da para un bolero ni para nada, y a muchas personas se nos
dispara la ansiedad, que es a lo que iba, que no se puede aparentar
todo.
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