Animales


Estrella
En un pueblecito de la costa levantina vive una chica sumamente atractiva, de cabellera larga y rubia y de ojos verdes, Rocío es su nombre y apenas cumplió ayer los 25 años.
Es veterinaria, aunque no ha podido trabajar todavía en ello. Desde pequeña ha sentido curiosidad por todo lo relacionado con los animales. Y la indignaba enormemente que sus hermanos, de una manera o de otra, maltrataran a los perros o a los gatos. O a los peces, que a ellos les daba por salir a la playa a pescar y Rocío iba a tirar piedras donde ponían el anzuelo para que no les picase ninguno. Y se negaba a comer los que alguna vez, a pesar de todo, traían.
Hace dos años estuvo en la India de viaje de fin de carrera y se enteró de lo que les hacen a los tigres, esos gatos tan perfectos y majestuosos. La invadió una profunda tristeza al comprobar que los están exterminando para arrancarles sus colmillos, que luego muelen hasta hacerles polvo, ya que dice la superstición que aumenta la virilidad de los hombres si se lo beben con un poco de sake y que cogen la fuerza del tigre.
La cabeza de la fiera la disecan para que el comprador la exhiba como trofeo en el salón de su casa encima de la chimenea. Y con la piel harán una preciosa alfombra para limpiarse los zapatos las visitas ¡Lastima que tanta belleza y tanto sufrimiento no sirvan para agitar las conciencias un poco de este tan arbitrario depredador que es el humano!
A Rocío le persiguen también los delfines, sacrificados tan tontamente por los pescadores, por el simple hecho de hacerse amigos de los barcos y nadar a su lado, y las ballenas, especialmente las ballenas que son cazadas por arpones que les lanzan con cañones desde los barcos balleneros.
Y sin irnos tan lejos, aquí en España a Rocío se le encoge el corazón cada vez que ve por la tele como el toro embiste a los caballos, ¡no cabe tortura más estúpida!, el toro desquiciado por el acoso y el caballo aterrado por el peligro. Para al final morir uno entre vivas de los espectadores a su asesino y malvivir el otro a la espera del próximo espectáculo.
Ahora mismo Rocío está trabajando en una residencia de ancianos (no hay tanta demanda de veterinarios respetuosos con los animales) y aquí comprueba que los cuidadores no mantienen la higiene de las personas a su cargo, ya que les tienen todo el día con el mismo pañal sucio de orines o de caca, lo que conlleva que tengan escaras. Tanto sufrimiento causado de forma innecesaria y estúpida por aquellos encargados de evitarlo la está causando trastornos en su alma, y está pensando en dejar el trabajo.
Ni respetamos a los animales que nos alimentan y son nuestros amigos ni respetamos a nosotros padres ni nos respetamos a nosotros mismos.
Rocío tiene 25 años, pero su crisis es muy fuerte, lo está pasando mal de verdad.

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