Isabel
Sofía,
mi querida Sofía, me he enterado de que dentro de unos días te vas
a vivir con tu novio Julio. Los dos tenéis veinticinco años, qué
envidia me dais.
Todo
me lo ha contado mi padre, incluido lo de la fiesta el jueves del
Corpus. Me hubiese gustado veros y pasar con vosotros la tarde. Aún
estoy salivando solo con recordar lo que papá me contó de la
barbacoa en el chalet del abuelo Paco. Me dijo que el abuelo os había
comprado morcillas de arroz y chorizos, chuletas de palo, panceta de
cerdo y sardinas. Seguro que comenzasteis por las sardinas y que os
las comisteis quemando mucho, que tendríais que soplaros los dedos,
¡aggg!, qué envidia, vosotros disfrutando de ese sabor tan limpio y
redondo y yo aquí, merendando una galleta para loros.
Y
después de las sardinas, la morcilla y la panceta, y esos chorizos
tan grandes que compra siempre el abuelo, tan grasientos… Os estoy
viendo con chorretones colorados escurriendo por los labios y todos
soplando vino tinto como salvajes, que una barbacoa no es lo mismo si
olvida su origen ancestral. Y los pimientos, y los filetes de
contramuslo… Me contó también mi padre que incluso tuvisteis
sitio para apurar el queso de oveja, curado en bodega, que también
sacó el abuelo por si os habíais quedado con hambre. Cómo me
hubiera gustado estar con vosotros y comer de todo, que un día es un
día.
Y
al final tampoco el vino era suficiente, que le disteis a todo tipo
de bebidas: yo echo de menos el ron con nata, muy fuertecito y
caliente, que tuviera que soplar. Me contó papá que todos os lo
bebisteis de un trago… Te reprocho, papá, el no haberme dejado ir
al chalet con los sobrinos.
Por
cierto, también me ha dicho que Julio y tú vais a vivir en la casa
que tu padre os está construyendo. Y que ese manitas también os
está haciendo los muebles: de madera, de color miel claro, que es el
color de los enamorados.
Sofía,
con un padre así ya no queda sino disfrutar de la vida: ¡restaurador
y dorador del Palacio Real! Y seguro que os decora también todas las
habitaciones, ¿Cuántas vais a tener en la casa? ¿Vais a tener
hijos? ¿Me invitaréis algún día? Porque estará adaptada, vamos,
digo yo.
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