¿De santos?


Laura
No tengo ningún santo predilecto. Hay personas que veneran a uno en concreto, aunque yo no conozco a nadie, sólo conozco a Dios. Pero haberlos haylos, como meigas. En Galicia se habla mucho de los santos y de las meigas.
Viví varios años en A Coruña en una casa alquilada, cerca del hospital donde trabajaba, y así podía ir andando a mi trabajo. Era una casa grande y yo estaba sola, por eso trabajaba a destajo todos los días, menos el día de Santiago, que era no laborable. Desde entonces llevo a Galicia en mi corazón.
Allí conocí a Jacobo, no sé por qué me ensimismó. Él vivía lejos y yo hacía kilómetros y kilómetros por carreteras tortuosas con mi SEAT 127 para verle en Corcubión. Nunca me expliqué por qué me atraía este caballero que no tenía nada de especial. Así son los amores locos, yo necesitaba contacto con alguien y fui a fijarme en una persona que vivía lejos de mi casa.
Soy católica, pero no venero a ningún santo, sólo a Dios, el ser supremo. No hablo nunca de Dios con la gente, lo que siento, no lo puedo evitar. Dios es un ser especial para mí y no sé cómo expresarlo. Pienso en Él muchas veces, no tantas como cuando trabajaba en una unidad especial de enfermos de corazón.
A ningún paciente se me ocurrió hablarle del sentimiento que yo tengo de Dios. Sigo actuando así, sin saber el motivo, es algo muy personal. En los momentos difíciles de mi vida acudo a Él y le digo “Dame fuerzas”. Y siento que me da valor para afrontar mis problemas.
Dios es un ser superior que está en todo lo que me rodea. Lo noto en la vida. Todos los días, cuando me despierto, le doy gracias por haberme despertado y permitirme servir aún a los demás. Esto es fácil de decir, pero me resulta muy difícil explicar lo que yo siento.
Mamá fue la primera persona que me habló de Dios. En nuestra casa se notaba su presencia, pues siendo seis hermanos estábamos muy unidos y así seguimos ahora.
Siempre doy gracias a Dios por mantener unida a la familia y por todo lo bueno que me proporciona.

No hay comentarios: