Otro mundo


Víctor
Puedo afirmar que, en mi corta experiencia como escritor, lo que más me gusta es que me lean, o sea, que alguien se ría con mis chistes o se emocione con las movidas de mis personajes.
Porque a mí lo que me gusta es inventar historias y ello me permite construir el escenario en que discurren, o sea, que el pueblo de mis historias está adaptado. No así mi pueblo, pero no importa, porque conozco a mis paisanos y sé que no tienen la culpa. Eso sí, escribo de ellos porque los conozco y porque me caen bien. Y de los que no me gustan, ni hablo.
Eso sí, en mi pueblo me conoce todo el mundo. Pero en el pueblo que yo invento, no ya me conocen, también me quieren y me respetan, por la cuenta que les tiene, pues a ellos también les gusta salir en mis historias.
Yo me lo paso bien con las historias de todos. ¿Que por qué hablo de mi pueblo? Mi pueblo no es Algüera, pero escribo a partir de lo que vivo y conozco, no tengo otro pozo del que extraer mi agua, o sea, mis ideas, como cualquier escritor. Quiero decir que yo escribo para que se me lea, para que se me oiga, para que se me conozca a mí y a mis paisanos, y todo ello en las mejores condiciones posibles y de la manera más brillante de que soy capaz.
En resumen, que yo escribo para hacer un mundo a mi medida, que es lo más divertido, por más que algunos escritores se empeñen en querer demostrar que su mundo es el mundo de ahí fuera. Pues no señor, el mundo de los cuadernos es otro mundo.

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