La codicia le perdió


MaryMar y adredista 7
El tipo aquel, Carlos, era pero que muy codicioso. Sólo pensaba en el dinero. Y en sus amigos ricos, para saquearlos. Buscaba el dinero en lugar de la amistad.
Comenzó trabajando en un Banco para estar cerca del money money. A su banco iban con frecuencia señoras, a poner el dinero en una cartilla a nombre de sus hijos. Él aprovecha para seducirlas y después les hacía chantaje. Primero una y luego otra, no tenía fin aquel chollo. Las llamaba y amenazaba con irse de la lengua si no ponían sus ahorros a su nombre, en vez del de su hijo.
–María, si no me das la pasta, le cuento a tu hijo tus manejos, y sé muchos, tú lo sabes.
Con el dinero de los chantajes se fue haciendo una fortunita,  que invirtió en pisos cuando la burbuja estaba que quería que no quería iniciar su camino. O sea, que se hizo de oro en unos pocos años y se pudo comprar hasta un yate y un jet, como cualquier Pocero de Seseña que se precie.
En sus mansiones, sus muchos criados cobraban sueldos de miseria.
–Es que si os hago ricos, ya no me vais a trabajar.
Están con él porque es el único trabajo que encuentran.
También tenía otra mansión al lado del mar y solía ir allí con sus dos hijos algunos fines de semana. Sin embargo, para mantener aquello abierto tenía que gastar bastante dinero, y eso no iba con él. Dejó que se fuese deteriorando poco a poco.
Y lo mismo le ocurría con el yate, con el jet y con sus otras casas, que no hacía más que gastar y no ingresaba nada.
Fue cuando se le ocurrió, puesto que la mayoría de sus criados eran rumanos, ponerles a todos a pedir a las puertas de las iglesias, disfrazados de pordioseros. Con las limosnas se pagaban el sueldo y aún Carlos tenía liquidez para aumentar su patrimonio, en vez de reducirlo.
Pero, ay amigo, eso era intrusismo. Y otro rumano llamó a la policía y se descubrió el pastel, pues sus empleados no le tenían ninguna simpatía al señor y cantaron.
Y así fue como apareció una pareja en casa de Carlos y se lo llevó esposado.

No hay comentarios: