No es difícil


Estrella
Para mí enfadarme no es una tarea difícil, ya que me enfado con la más mínima cosa.
Por ejemplo, cuando mi madre me trata como a una niña... y ya rondo los 40.
O cuando tengo que rogar a mi hermana para que me saque la ropa para el día siguiente, aunque en el fondo sé que pido mucho porque tiene que ir todo a juego.
O cuando mi padre me hace la pelota porque sabe que me viene la paga.
Con mi hermana mayor me enfado porque nunca le ha gustado ninguno de mis pretendientes.
Cuando estuve con Roberto me mosqueaba mucho que pusiera a su madre por delante de mí.
Con otro novio, Federico, me desesperaba cuando me decía que no me pusiera la falda tan corta. Y yo estiraba, estiraba, pero la falda no cedía.
Con Pepe, me crispaba cuando le decía que me iba de marchuki con mis amigas y entonces cogía la llave y me encerraba en casa.
Me cabrea enormemente cuando estoy en casa escuchando la tele y llega mi padre, y ¡zas!, cambia el canal, o cuando suena el teléfono para mí y le oigo que baja la tele para escuchar lo que hablo.
Me cabreo conmigo misma cuando me pongo metas a medio plazo y me impaciento porque lo quiero todo ya.
Me cabrea mucho cuando una persona me come la oreja diciéndome que me quiere y que le quito el sueño y luego no son más que milongas.
Me ponía de los nervios cuando mi ex me decía “Si no eres mía no eres de nadie” y luego él, en medio de los anuncios, aprovechaba para ir a por tabaco y aparecía por la puerta el día siguiente.
Me enfada cuando la gente me mira como un bicho raro por el hecho de estar en una silla. O cuando la gente me llama enferma, si yo me veo perfectamente.
Cuando estaba trabajando en bares, me mosqueaba cuando, después de atenderles espléndidamente, miraba el platillo de la vuelta y veía que no me habían dejado ni un céntimo.
Y me sulfuraba de una manera inexplicable cuando llegaba un cliente habitual llamado Julián y se ponía a echar a la máquina tragaperras, y seguía y seguía y seguía echando y no le tocaba. Yo tenía que cerrar el bar y no se iba. Cada vez se le veía la cara más roja, no sé si sería por el enfado que tenía o por las copas que se estaba tomando, hasta que ya al final, cuando se quedaba sin dinero, me decía “apaga la máquina que mañana cuando abras el bar estoy aquí”.
Mi ilusión es la Nochevieja y la noche de San Juan. Y me fastidia e irrita que la pareja con la que estoy en ese momento no comparta conmigo esa emoción y encima me joda la noche.

No hay comentarios: