Valiente presidente


Mercedes
Hoy, con las cosas tan mal, que tenemos mucho paro, comparas al presi con un parado que no tiene ni para llegar a fin de mes y no hay color, este sí que es un valiente. Me parece un valiente, que no se rinde y pelea por llevar a su casa algo de dinero para poder comer. En una ciudad tan grande como Madrid, que esta todo tan caro, no se puede ni salir de casa con el bolsillo medio vacío. Hay que echarle un par de narices para sacar adelante una casa.
Cada día hay más pequeños valientes, anónimos a los que no conoce nadie.
Yo busco a la valiente que hay en mí y me encuentro con una familia que tiene mucha salud, sobre todo cuando estamos todos juntos y nos reímos con las bromas. Mi casa parece una verbena cuando nos juntamos todos, no hay que ser valiente para vivir aquí, mi casa parece una feria de risa. Nos reímos de todo y de todos, sobre todo de mí y del Capullo.
El Capullo siempre se está metiendo conmigo y me obliga a beber alcohol. Cuando mi madre se va a la cocina me dice: “¡Ahora!, ¡ahora!, ¡ahora!”, me echa alcohol en un vaso, me abre la boca y me dice: “¡Aprovéchate!”. Me pongo pedo y cuando mi madre vuelve me dice: “¡Qué contenta estás! ¿Qué te han hecho estos?”. A lo que contesta mi cuñado, el Capullo: “Nos ofendes, somos una familia seria, que no nos gustan las bromas”. Y mi madre pide disculpas, “¡Faltaría más! No esperaba menos, disculpa si he dudado”, pero ya no vuelve a irse a la cocina en toda la tarde. Yo estoy cada vez más pedo y mi cuñado se ofrece: “Váyase usted tranquila donde sea menester, que aquí estoy yo para vigilar que su hija no beba más”. Y mi madre se hace la tonta: “Esperaré a ver si se le pasa un poco”.
Y así pasamos la tarde. Lo cierto es que no me gusta el alcohol, pero siempre me emborracha el Capullo.
Aunque no todo es alegría en la familia. Tengo una tía triste como los palos de escoba o más, es la persona más triste que conozco, esa es mi tía. Todo lo ve muy negro y siempre está con mal humor. Una vez se vino de vacaciones con nosotras, con mi madre y conmigo, pero no salía de casa, no quería ir a ningún sitio, es una amargavacaciones. Y tampoco quería que saliéramos nosotras. Sólo quería que estuviéramos en la terraza del hotel, jugando a las cartas, todas las noches lo mismo, el mismo rollo. Y encima con la movida que hay en Benidorm por la noche, que se te van los ojos detrás de los culos de los tíos.
En fin, que para ser feliz yo creo que también hay que ser valiente. Como ayer mi cuñado, el Capullo, que estaba mi hermana hablando por teléfono, contratando no sé qué, y él comenzó a hacer bromas para hacernos reír a todos. El comedor era un infierno y mi hermana, que ha salido a mi madre en la cosa del carácter, o sea, que es mejor tenerla de tu parte en los momentos críticos, pues se tuvo que ir a otra habitación para poder hablar.

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