La muñeca de un solo brazo


Mercedes

Foto: www.todocoleccion.net
Hace muchos años que a una niña, por Navidad, le regalaron una muñeca.
Muy pronto se dio cuenta la niña de que a su muñeca le faltaba una mano.
Al darse cuenta de esto, la niña se puso muy triste, porque creía que la muñeca no era feliz y que no querría jugar con las muñecas de sus amigas ni a sus amigas con ellas dos. 
Pero pasó un poco de tiempo y la niña comprobó que su  muñeca era incluso más feliz que ella misma. Y esto hizo que también ella dejase de estar triste.
Había aceptado a su muñeca tal como era y la quería más de lo que había querido a ninguna otra. Tanto cariño la llegó a coger que no dejaba que nadie la molestase cuando estaba durmiendo o que se riesen de ella cuando la veían sin una mano.
La niña era tan cariñosa con la muñeca que la trataba igual que si fuera su madre, la cuidaba y  la protegía.
Llegó el día en que sacó a su muñeca a la calle y se la presentó a las muñecas de sus amigas. Todas se pusieron muy contentas con la nueva amiga y todas jugaban juntas sin el menor problema. Sólo pasaba que la muñeca sin un brazo se vestía más rápido que las otras, pero nadie la tenía envidia por esto ni ella tenía envidia a las otras por sus dos brazos.
Pero el día que terminaba el curso y comenzaban las vacaciones de verano, era el día que entregaban las notas, a la niña se le ocurrió llevar a su muñeca al colegio.
Como era mixto, en el colegio había también niños que sabían poco de muñecas.
Estaban ella y sus amigas jugando con sus muñecas en el patio, cuando se acercaron unos niños, vieron que una muñeca no tenía más que una mano y no se les ocurrió otra cosa que echarse a reír y comenzar a insultar a la niña.
–¿Pero a quién se le ocurre jugar con una muñeca inútil? –decía uno.
–Si es manca, tú –decía otro.
–Mi muñeca es igual que todas, sabe jugar como todas y es igual de feliz que todas –contestó la niña
–Tú eres tonta –dijo el gilipollas de turno, envalentonado.
–¿Y qué hacemos nosotras con este tipo que se atreve a insultarnos? –preguntó la niña a sus compañeras con muy malas intenciones.
Se miraron unas a otras, miraron a los chicos y exclamaron al unísono:
–¡Pero que gilipollas sois!
Y la niña continuó diciendo:
–¡¡¡Pero cuándo aprenderéis a jugar con muñecas!!!
Y aclaró todavía su mejor amiga:
–No dejaréis de ser unos brutos hasta que no aprendáis a acariciar a una muñeca.
Y la niña de la muñeca de un solo brazo le dio un beso a su amiga.

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