Isabel

Y yo le dije por lo bajo a mi hermano, que estaba a mi lado: “¡Toño! ¿Tanto se nota que voy de rojo?” Y mi hermano se echó a reír.
Lo peor ha sido que mi hermano estuvo cuatro días malo porque tuvo que coger una indigestión, que ya es mala suerte.
En las cenas nos sirvieron también vino y champán, pero yo no bebí nada por miedo a mi epilepsia. Mi hermano hizo lo mismo que yo. Y nos tomamos unos trina de limón, que no tienen gas, y así por la noche pudimos dormir bien.
En la mesa de al lado come otro residente, Antonio se llama también, como mi hermano. Bebió vino y champán y no puede hacerlo, por la medicación. Cogió una borrachera de mil demonios y empezó a meterse conmigo, insultándome. Me decía: “La mujer de rojo, mirad, una drogadicta”. Y yo le contesté: “Mira tú, el alcohólico y el fumao señalando, ¡qué puntería!”. Pero él no se callaba, el vino le había desatado la lengua. Terminé diciéndole que se parecía a Popeye. No sé por qué le diría eso, si el pobre Popeye se drogaba sólo con espinacas.
La última alegría de estos días me la ha dado mi hermano Antonio cuando me ha dicho, esta mañana, que se va a levantar por fin de la cama, que ya está bien otra vez, que ya puede comer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario