Obligada tristeza


Estrella
¡Qué personas pueden estar más tristes que las que se mueren de hambre en África! ¡Qué puede haber más triste que nacer sin ninguna esperanza de futuro! ¡Sin ninguna posibilidad de escapar a un cruel destino, sintiéndote atrapada como en una tela de araña que, cuánto más tratas de escapar, más te atrapará y envolverá!
Yo siempre me he sentido involucrada con las causas perdidas, incluso la propia palabra PERDIDA me desgarra el alma porque, para cualquier poderoso, el hecho de decir que una causa está perdida ya justifica que no se haga nada por resolverla.
Por ejemplo, volviendo a las personas que se mueren de hambre cada día en África, algunos tienen que andar kilómetros cada día sólo para conseguir algo de agua potable. Incluso los niños tienen que realizar esta pesada tarea. Eso me impacta mucho, porque son grandes trayectos y además de ida y de vuelta. A mí me desespera y me hace trizas el hecho de que aquí derrochamos el agua y en otros lugares se juegan la vida para conseguirla.
No entiendo por qué se gastan millonadas en viajecitos a la Luna o a Marte, por ejemplo, o en colocar satélites y cohetes espaciales, si encima se rompen y no sirven para solucionar los problemas que tenemos en la Tierra, que es donde vivimos los humanos y los que no son humanos.
Además contaminan el medio ambiente, reduciendo la capa de ozono y aumentando los tsunamis, los terremotos y las catástrofes naturales. Que conste que me encanta todo lo relacionado con el Universo y los descubrimientos espaciales, pero hay que dar más importancia a tratar de solucionar el sufrimiento humano.
En general, todos tenemos parte de responsabilidad en todo lo que está ocurriendo, tanto en el destrozo del medio ambiente como en la destrucción de otros seres humanos.
Y volviendo a las causas perdidas, a mí misma me han considerado siempre una causa perdida, y eso ha hecho que me volviera más rebelde todavía. Esto duele mucho, porque te hace dudar de ti misma y creerte una hormiga que en cualquier momento puede ser aplastada sin que a nadie le importe.
Y una hormiga trabaja para tener reservas y para prepararse para los malos tiempos. Lo que me molesta es que yo trabajo como una hormiga para recibir el fruto de este trabajo algún día, pero mis padres no lo ven. No ven lo que lucho cada día. Cada día vengo al CAMF de Leganés a tratar de hacer ejercicios, para poder lograr caminar algún día e independizarme, sobre todo porque entiendo que mis padres necesitan su espacio.
Y por eso estoy aquí. Espero que esta tristeza que vivimos mi familia y yo se convierta el día de mañana en una inmensa alegría.
Os quiero, family.

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