Más contradicciones


Conchi
 
Marian de los Ángeles se llamaba una chica, vecina mía, que me apreciaba mucho. A mí me jodía ir a su casa, porque a su madre le molestaba, pues yo me manejaba peor que su hijita.
Nos habíamos conocido en el colegio, de pequeñas. A ella le funcionaba mejor el aparato locomotor, pero se le entendía peor que a mí porque la parálisis cerebral le había afectado al habla más que a mí.
Marian estaba todo el día sola en su casa, pero no quería salir de allí porque decía que estaba muy a gusto con sus padres. A mí me huele que esa chica estaba bastante abandonada, pero sin embargo no quería meterse en una residencia.
Para mí estar en casa es estar en una cárcel. Porque yo me he tirado 15 años sin ir a ningún sitio, aunque salía con mis padres. Pero no era lo mismo que salir por las noches por ahí, como ahora, que tengo más libertad. Ya me aburría de ir a los hipermercados con mis padres. Ahora hago lo que quiero y nadie me dice “tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro”.
A mí la residencia me ha dado una libertad grandísima.
Para mí sería genial que mi madre, ahora, se buscara una amiga y me dejara un poco más tranquila por las tardes aquí, en la residencia. Porque ella tiene que hacer su vida y yo la mía, pero mi madre no lo comprende. Se cree que me va a pasar algo si no viene todos los días. Y yo estoy un poquito agobiada de pasar todas las tardes con ella en la habitación. No me importaría que viniera de vez en cuando, pero lo hace todos los días.
Yo comprendo que desde la muerte de mi padre y de mi hermano ella se siente muy sola. Pero yo quiero ir a la discoteca, a los pubs, a buscar amigos por ahí, y no estar siempre con mi madre. Me gustaría hacer amistad con amigos y amigas. Tengo que estar sacrificada en la habitación porque no le vas a decir a tu propia madre que se vaya por donde ha venido.
Cómo me gustaría hacer amistades, no aquí dentro, sino en la calle. A ver si en el balneario, que vamos a ir muy pronto, me busco un grupo de gente joven. Y que ella se busque a gente mayor para entretenerse, porque si no me va a amargar las vacaciones, ¡y las paga mi tío!

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