Cuaderno de notas

HeavyMetal
Tengo que hacer otro artículo sobre la muerte. El otro día, Andrés me pidió que lo repitiera.
¿Qué sería de la vida si no hubiese muerte? No tendría sentido vivir.
Escribir sobre la muerte no es fácil, aunque yo ya lo hice en este mismo cuaderno.
No creo en la muerte como catástrofe, aunque pienso que tenemos encima de Europa la amenaza de una tercera guerra mundial.
Efectivamente, en cualquier momento pueden empezar a caer aquí las bombas que enviamos a Irak.
Me encuentro muy a gusto escribiendo sobre la muerte. No creo que sea tan negra como la pintan los hombres. La muerte es otra rosa de mi jardín.
Había otra rosa muy bella, que se llamaba Lucifer. Ahora esa rosa no existe. Fue hace muchísimo tiempo atrás. Era el ángel predilecto de Dios. Es una historia preciosa, de rebeldía, que pasó en tiempos de Adán y Eva.
Qué lástima de las personas que ven la muerte a diario en Palestina.
Amo todo lo que me rodea, y la muerte me rodea: es mi credo, fue creada.
Me gustaría conocerte, muerte, lo mismo que me encanta conocer la vida. Pero no me tomes el pelo, por favor, que no eres tan fea o cruel como te pintan.
Es un privilegio poder hacer este manuscrito y hablar de la muerte tan profundamente. Cuánta vida tienen estos renglones torcidos, aunque el tema sea la muerte.
Siento alegría, incluso tratando un tema tan castrante.
Señores, por favor, comprendamos la muerte: puede ser, y lo es, más hermosa que la propia vida.
No te escondas de la muerte. Ella es muy inteligente y te buscará por todos los rincones, como antes te buscó la vida.
La Naturaleza creó la propia muerte, como todo lo que existe en el universo.
Todos sabemos que la vida es un juego, ¿por qué no lo va a ser la muerte?
En este manuscrito te has volcado, Gabriel, la muerte también es poesía.
No tengo muy claro qué hay después de la muerte, pero ya lo sabré.
Me pregunto muchas veces si, cuando me muera, también tendré que utilizar la silla de ruedas.
Y ahora me voy a la calle, que me gusta que me griten los que me ven en la silla: ¡Ole, tus huevos!
Yo con la silla soy un monstruo, igual que escribiendo.

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