La manzanilla

Conchi
Mi tía Nena –se llama Pepa, pero todos la llamamos Nena– pegaba a su marido. El tío Manuel cogía unas cogorzas con el vino manzanilla de perder el sentío. Y eso que iba en moto. Mi tía Nena, cada vez que lo veía bebido, paliza viene y paliza va. El tío se ponía muy pesado cuando bebía, y se ponía a llorar o a cantar.
La tía decía que le pegaba para que se le pasara la borrachera. A mí me daba pena y le decía:
–¿Por qué no la denuncias, tío Manuel?
–Porque es mi mujer.
–Vaya mujer, pegándote a todas horas. Aunque sea tu mujer, yo la denunciaba para que no te vuelva a pegar porque te emborrachas.
Yo es que he pasado muchos veranos en Jerez de la Frontera con mi familia. Me lo pasaba muy bien con mis primas Pepi y Mª Ángeles, las hijas de la tía Nena y del borracho, porque me quedaba muchas veces en su casa jugando y cantando canciones de niñas:

Cuando yo era pequeñito
mamá decía llorando:
Este niño se nos muere,
la cosa se va alargando.

Ellas me enseñaban palabras andaluzas, como el chocho la reina y la picha el rey, y yo las enseñaba a decir gilipollas y cojones, que ellas no sabían.
A veces iba a la playa con mis primas y la familia, pero a mí la playa no me gusta. Lo que me gustaba era ir de cachondeo con el primo Juan Ramón, que era mayor que yo y tenía unos ojazos que me penetraban el alma. Me enseñaba su moto y me la dejaba acariciar. ¡Con lo que a mí me gustan las motos! Pero no me podía montar porque mis brazos no alcanzan para agarrarme a él... ¡Cómo me hubiese gustado!
Tenía otra prima, Silvia, pero era muy cursi.
Pasados los años, mi tío murió de cirrosis y mi tía Nena se ha dado a la bebida... Si es que la Manzanilla está de muerte. Mi tía Nena es la única familia que me queda en Jerez, pero quiero volver por el fino y la manzanilla. Mis primos se han ido a vivir a otros lugares....

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