La vida misma

Rosa II
He soñado que se me aparecía mi marido y que me hablaba, animándome para que siga adelante.
Por eso tengo deseos de seguir para arriba por la vida y vuelvo a hacer lo que había dejado a un lado.
No es que se me aparezca mi marido. Tengo amigos, y la gente de aquí, del centro, que me están ayudando a seguir adelante, a vivir, a pesar de los reveses.
También surgen experiencias nuevas que me ayudan a tener más ganas y más ilusión.
Mi vida cambió tanto hace ya más de 10 años, me cambió por completo. Desde que estoy en estos centros del IMSERSO soy una persona y puedo integrarme con la gente de la calle, gente que no es como yo, gente buena, mala y regular.
Me voy con mi silla, con compañía o sin compañía. Me voy al cine, a tomar algodón a la feria. Me siento como una ciudadana más del barrio, soy una más.
Ya no soy el bicho que era antes, que así me sentía, porque no puede ser que por ser una minusválida tengas que estar escondida en un rincón, encerrada.
Fue una gran amiga mía quien me abrió los ojos y las puertas del mundo. Fue como, o más, que mi madre. Me enseño a luchar, a valerme e integrarme en la vida.
Y así hice, me quité el caparazón de la minusvalía y soy una persona normal que hacer todo lo que puede por sí misma. Y que me casé y que perdí a mi marido y que sigo adelante.
Y esta es mi vida. Si me lo dicen hace diez años ni yo misma me lo hubiera creído.

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