Liquidez

José Luis
El domingo pasado unos amigos pasaron a recogerme y nos fuimos a Madrid. Por el camino uno de ellos, una compañera, se quejaba amargamente de la ONCE. Decía que el emporio estaba apretando las tuercas a sus vendedores, y que a ella le habían subido el mínimo de cupones que tenía que vender en su quiosco de Carabanchel. Y si no alcanzaba el cupo de venta, le cancelarían la licencia en breve. Que había colegas que llevaban trabajando muchos años y veían amenazado su puesto de trabajo por la nueva medida, pues todo el grupo de expendedores de Carabanchel entraba en el mismo saco. Carabanchel es un barrio de gente trabajadora, el paro se ha cebado allí y no todo el mundo puede comprarse un cupón, decía, como lo hacían antes de estallar esta crisis económica tan brutal que los estrangula.
Yo me quedé preocupado, pues pensaba que esta organización, el emporio ONCE, era más solidaria. Recuerdo que en una ocasión a mí me habían echado una mano, permitiéndome vender el cupón, y por eso me quedé más sorprendido. La cobertura de anuncios en los medios, con el rasca y el cuponazo y todo eso, sigue con su presión y uno se piensa que todo es felicidad. Hasta que oyes hablar al que patea la acera y te despiertas y estás estrellado. Eso de que se juega más en las crisis debe de regir sólo para los especuladores de bolsa, que son los que provocan estas crisis. Los camioneros de Carabanchel no tienen para cerveza, menos van a tener para el cupón. ¿No será, como muchos dicen, que la ONCE también se dedica a la especulación financiera y es hoy por hoy la cueva de Alí Baba? ¿O es que la crisis amenaza incluso a ese dios de la liquidez que es la ONCE?

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