Pícaro pícaro

Conchi
Eduardo es un tramposo que siempre está engañando a los demás: a los pobres que van en silla de ruedas como él y no se pueden defender, y a los clientes de Ascuas, un restaurante que hay en la Avenida Juan Carlos I de Leganés. Siempre estaba diciendo que no tenía dinero para pagarse una silla eléctrica y al final se la ha pagado el dueño de Ascuas, o eso dice él. Vive en una residencia para minusválidos físicos, donde les saca el dinero a casi todos sus compañeros. Unas veces, con la excusa de cobrarles los boletos que les vende, les quita más de lo debido de la cartera. Otras veces, cuando a alguno le toca algún premio, miente y no le paga el dinero que le ha tocado. Está tan gordo que podría luchar en un combate de sumo, por eso iba tan despacio y se ahogaba subiendo las cuestas en su silla de ruedas manual. Casi nunca se afeita. La responsable de la residencia siempre va detrás de él diciéndole que se afeite, pero se lo pasa por el forro de los cojones que, por cierto, siempre se los está tocando. Da la impresión de que está a rebosar de ladillas. Por eso que, cuando se acerca a mí, corro más que el coyote cuando va detrás del correcaminos. Siempre va meado, eso es característico de Eduardo. Aprovecha cualquier ocasión para dar el timo a la gente. Con eso de que va en silla de ruedas, pone cara de buena persona, de esas que nunca han roto un plato, y les pide dinero para comer. Ellos le ven así, meado y sin afeitar, y se lo creen. Da bien el pego. Luego se lo gasta en cerveza o en anís, pero no es lo peor que hace. Es un mentiroso y un tramposo, el dinero que pide prestado a todo el mundo nunca lo devuelve. Se aprovecha de todos y cuando no consigue lo que quiere se cabrea y pega voces diciendo “tú eres un cabrón, eres un hijo de puta”. Y estas broncas terminan muchas veces a ostias, no se corta en pegar a los que son más débiles que él, que el Eduardo, habrá quedado claro, no es tonto.

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