Conchi
Querido amigo Quique:
Te extrañará recibir esta carta después de cuatro años sin vernos, pero el otro día me encontré con Esther y nos fuimos a tomar una copa y estuvimos hablando de ti. Me dijo que te habías hecho más mayor de lo que yo pensaba y que ya no llevabas los vaqueros rotos. También me dijo que había terminado lo tuyo con Alfredo. Y yo, como te echaba de menos, pues te escribo estas cuatro líneas para ver si te apetece quedar otra vez en el restaurante La pezuña de oro, como entonces, para hablar de los viejos tiempos. A mí me ha ido fenomenal, porque he encontrado un trabajo en una floristería y me encantan las flores. Cada vez que reparto flores me acuerdo de ti, de cuando pasábamos por la puerta de la floristería camino del instituto y mirábamos las orquídeas. Nunca me atreví a decirte nada por miedo a tu rechazo, porque por aquella época salías con Laura. Ahora te escribo porque siempre estuve loco por tus huesos, chato, y no puedo vivir sin ti, amor de primavera. Cuando eras joven te inclinabas por el sexo opuesto, pero de mayor has vuelto a ser tú. Y te gustan más los tíos que a un tonto un lápiz. A mí siempre me has gustado, ya lo sabes, porque tienes unos ojos azules que me caigo de culo cuando te veo, que deslumbras el firmamento y todas las estrellas del universo.
Espero que me llames por teléfono. Ahora mi número es este, 91 467 02 40, tenemos que quedar. Con cariño
Luis Alfredo
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