El tráfico rodado

Rosa y adredista 0
Piensa en la mayor tontería que te ha ocurrido hoy. Ibas camino del comedor, despacito, pues tienes bien poca fuerza en los brazos para mover tu silla, y tropiezas con un compañero. Tu silla ha golpeado en su rueda y tuerce su trayectoria ligeramente. El compañero reacciona empujando tu silla contra la pared. Pues estos conflictos son continuos entre nosotros. ¿Qué lógica tuvo reaccionar así? Es muy grave desviar la silla de otro, por supuesto, pues también a él le cuesta un esfuerzo mantener la trayectoria y avanzar. Es más, si golpeaste a otro era porque querías adelantarlo, y eso también es un poco desconsiderado, pues el que tienes delante va en tu misma dirección y no puede ir más de prisa. La circulación en los pasillos debería adaptarse a los que van más lentos, no al revés. En fin, que alguien sin querer, pero vale también queriendo, ha empujado mi silla y yo me creo en el derecho de hacer lo mismo. ¿Qué diferencia hay entre mi reacción y la que tuvo el presidente George Walker Bush, que invadió Afganistán y luego Irak porque unos suicidas le destruyeron las torres? Cualquier agresión, salvo la que se hace sin querer y es producto de la impotencia, nunca puede justificarse, no hay justicia ni ética para las agresiones, lo mismo da si empujas mi silla que si bombardeas la capital de mi país. Porque pensar que, por haber sido agredido, ya tengo derecho a agredir a mi vez, eso dice muy poco de mi condición. Basta ya de repetir esa mierda ideológica que habla del hombre como un mal bicho. Mentira, los humanos estamos programados biogenéticamente para la colaboración, como lo están todos los organismos vivos y toda la naturaleza, y no para la agresión. Lo cierto es que podemos ser malos, pero para ello tenemos que hacernos malos. Si reacciono a la agresión con otra agresión estoy violentando mi naturaleza, no al revés, me he puesto a la altura del agresor, pero tenía otras opciones. Podía haber convencido a mi agresor para que no lo hiciera o pedir ayuda si no lo conseguía. Si no contestamos a la agresión, en algún momento ese agresor se convencerá de que es su conducta lo que no encaja, no mi amabilidad y delicadeza al tratar con los compañeros y sus sillas de ruedas. Pues lo mismo si te queman la casa: lloras a los muertos y te compadeces de los que te hacen daño como única razón de su vida. Si acaso, no estará de más preguntarnos de vez en vez por qué habrá gente que nos odia. En fin, juro que hoy sólo quería escribir de los problemas del trafico rodado en mi residencia.

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