Otras historias de la puta mili - II

Lillo
En la puta mili, las historias muy malas abundan más que las bonitas.
Recuerdo que en el campamento Santa Ana, los de mi regimiento estábamos en tiendas de ocho personas. En mi tienda fue a caer uno que le había dado una enfermedad del pensamiento. No se acordaba de nada. Su nombre sí que lo recordaba, Aparicio.
–Me llamo Aparicio –repetía sin venir a cuento.
Una de las cosas que había olvidado era que en España se hacía la mili a los 21. El ejército se encargó de recordárselo, y lo convocó a los 28, que fue cuando lo encontró apto y cuando coincidió con nosotros.
MellamoAparicio era el saco de las hostias. Todas las bromas se las hacíamos a él, que el ejército enseña a sobrevivir, pero no a ser solidario. El respeto a la diversidad no es una virtud que se practique en el entorno castrense. Una vez, con la broma más inocente, en la cama le habíamos hecho la “petaca”, o sea, la cama china, MellamoAparicio se puso histérico. Claro que no podía meterse entre las sábanas, pero a saber lo que pensó. El pobre de Aparicio salió gritando a llamar a los oficiales, aterrado.
En la tienda nos estábamos muriendo de la risa. Hasta que nos castigaron a todos en posición de “firmes” al pie de la litera lo que duró la noche.
En la siguiente marcha del regimiento con el equipo a cuestas, MellamoAparicio no sabía por qué se le dificultaba tanto subir cada loma. Por chivarse a los oficiales con lo de la petaca, los compañeros le habíamos llenado con piedras el macuto. El pobre recluta sudaba y resoplaba. Como si no hubiera sido suficiente el susto de la noche de marras.
Cuando pasaba la ronda del cabo de guardia, MellamoAparicio comenzaba a soñar, casi todas las noches, si no todas, que se ahogaba. Hasta que se despertaba sobresaltado, con los pulmones encharcados con el agua que le introducíamos los compañeros por las narices.
Con estas muestras de camaradería en el recuerdo, MellamoAparicio se licenció por fin, con todos los demás desgraciados de su reemplazo. Espero que no nos haya perdonado nunca.

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