El soy y la probreza

MaryMar y adredista 7
Andrés había llegado a los cincuenta años defendiéndose en la vida con el dinero que le dejaba la fábrica textil de su propiedad. Había empleado a tres trabajadores para ayudarle a sacar adelante la fábrica, pero siempre trabajaron más ellos que él.
Cuando llegó la crisis, los comercios no le pedían tejidos y se vio obligado a cerrar la fábrica y despedir a sus empleados. A Andrés nunca le había gustado ahorrar y se encontró sin una perra.
Quiso pedir un préstamo al banco, pero le pedían un fondo de garantía o un aval. Pensó en su hermano Benjamín.
Andrés, que no se hacía a la pobreza, cuando se vio con dinero en las manos, lo gastó todo. Un día, no le quedaba ni para comer.
Los del banco le exigieron la devolución del préstamo. No podía hacerlo, pues se lo había fundido todo. El Banco acudió a su aval, Benjamín. Este tuvo que responder por el hermano, pero en lugar de dar el dinero al Banco, ingenuo él, se lo entregó a su hermano Andrés para que lo devolviera.
Andrés, que se vio otra vez con dinero, lo volvió a gastar en caprichos.
El banco acudió a su aval de nuevo, Benjamín, y se quedó con su casa y con su coche . El pobre Benjamín, sin comerlo ni beberlo, y esto literal, se quedó en la puta calle. Durmió durante muchos días en un banco de la calle y comía en un comedor social.
Mientras tanto, Andrés disfrutaba del sol radiante y seguía haciendo de las suyas.

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