Sentada del 17 de junio de 2010

SON CUÑADAS
Mercedes
Había dos cuñadas que tenían un problema. Apenas se les veía hablar ente si y pasaban mucho la una de la otra. Esta era la consecuencia del problema.
Porque el verdadero problema de las dos cuñadas eran ellas mismas. Una, por ser demasiado lista, y la otra, por ser demasiado tonta.
Ayer era el cumpleaños de Javi, el hijo de la tonta. Había invitado a los primos y a los tíos y allí estaban todos, en la barbacoa del chalet.
Cuando llegó la hora de la tarta, la madre tonta propuso que todos brindasen con champán. Los niños aplaudieron con entusiasmo. Pero la madre lista intervino para poner orden y dijo que los niños brindarían con cocacola.
–Claro, como tu marido es alcohólico, no quieres que tus hijos lo prueben, no vayan a caer –dijo la tonta.
–Para que no te llamen imbécil, lo primero que tienes que aprender es a cerrar la boca –contestó la lista.
No era la primera bronca entre ellas y no iba a ser la última. Eran dos cuñadas incompatibles.



NO SE LLAMA YOLI
Victor
Estoy deseando volver a encontrarme con ella, y la volveré a llamar Yoli, como ella quiere que la llame. Antes, me despediré de todos vosotros con pesar. Me iré a Algüera, en unos días, y os tendré que despedir.
Las despedidas me hacen llorar, por lo que tienen de incertidumbre, pero yo en Algüera estoy bien porque aquello es mi territorio y mi carácter. Todas las narraciones que me construyen, que mantienen en pie el edificio de mi biografía, me las contaban mi hermana y sus amigas. Algüera es mi vida privada y mi yo.
Os dejo a todos vosotros, los que me soportáis cada día en este taller de gastatintas, y también abandonaré a Mayte por unos meses, que me cuesta más. Ella no puede acompañarme porque mi hermana no podría asistirnos a los dos.
Pero lo que deseo sobre todas las cosas es encontrarme con Yoli este verano. La despedí llorando después de Navidades. La había tratado apenas durante un mes.
Ella quiere que todos la llamemos así, Yoli, aunque me confesó que su padre la puso Diana y siempre la llamaba Diana. Pero su padre ya no existe y ella no soporta su nombre porque no le gusta la vida que lleva ahora.
Yoli trabajaba de camarera, pero estas Navidades se quedó sin trabajo. Mi hermana me dice que desde entonces hace lo que sabe, de todo.
–Odio ese nombre, mi padre me llamaba Diana y yo era feliz. No he vuelto a sentir aquella paz desde que mi padre no está. Esta vida que llevo es una mierda y por eso aquí, en este país, yo aquí soy Yoli, soy una mierda que no tiene trabajo y no quiero mezclar esta mierda con mi vida verdadera, odio ese nombre de Diana porque su felicidad ya no existe, yo soy Yoli y mi vida es una mierda, así que me vas a llamar Yoli, no mientes más ese otro nombre en mi presencia.
Así nos despedimos.
Ella, en Nochevieja, quizá añorando su felicidad de entonces, me confesó su verdadero nombre y yo había comenzado a llamarla por el nombre de su felicidad. Has que me lo prohibió.
Mi hermana Macarena me ha dicho que Yoli continúa siendo desgraciada.
No sé por qué será, pero tengo yo más confianza que la propia Yoli en su fortuna y en su imaginación para la felicidad.


ME GUSTA Y NO ME GUSTA
MaryMar y adredista 7
No me gusta ir en silla de ruedas. Me gustaría ir andando por mi propio pie. También salir con algunos amigos de excursión al campo y pasarlo bien. Escuchar música y bailar a su ritmo. Me gustaría saber un poco de todo, saber hacer bonitos vestidos, ser una buena bailarina, conocer el baile moderno y practicarlo a la perfección para que todo el mundo me aplauda, ir de viaje por todo el mundo, la India, Italia, Grecia… Y conocer a gente de distintas culturas.
Antes tendría que ir a una escuela para que me enseñen idiomas.
Otra cosa que me gustaría es tener mucho dinero para comprar las telas para hacer mis vestidos de fiesta, y organizar las fiestas también, a las que invitaría a todos mis amigos, que serían muchos. Y también a mi familia.
Tampoco me gusta que me piquen los mosquitos o que haga demasiado calor o que la gente se pelee o el agua fría del baño o una cama dura.
Me gusta que la gente me sonría, como yo a ellos, y que no esté triste.

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