Vivir

Rosa
Para mí la verdadera vida es la que estamos viviendo, aunque sea con enfermedades. Y esto no me lo ha enseñado nadie, lo he aprendido sola. Yo soy una enferma y por eso lo sé. Diría que vivir una vida sin enfermedades es cosa de lujo, pero mi verdadera vida es esta. Estoy enferma y vivo pendiente de mis ataques de epilepsia, que de vez en cuando me da un ataque fuerte y me tengo que aguantar y joder.
Mi enfermedad acompaña mis rutinas, pero mis rutinas están llenas de otras cosas. Cuando tengo tiempo por delante, lo que más hago es ponerme a leer. Puedo estar leyendo toda la tarde y seguir leyendo por la noche. Leer no me cansa. Siento una gran satisfacción leyendo lo que a mí me gusta. Yo no sabría explicarme la emoción tan fuerte que me produce la lectura. La lectura me revitaliza, es como tomarme un vaso de leche...
Otro estímulo para mi vida es la música que yo consigo tocar en musicoterapia. La monitora me manda tocar y toco. Uso los palillos y el simple hecho de poder percutir y arrancar algún sonido me produce una gran satisfacción.
En el grupo de terapia de Gena también aprendo a ser más yo misma y eso me da seguridad. Cuando escribo en los ordenadores, el hecho de volver a escribir yo sola me da una seguridad que me deja de una pieza. Escribo lo que se me ocurre.
En fin, comida, bebida, descanso, actividad: la vida es grande.

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