Sentada del 10 de febrero de 2011

LAS VACACIONES MÁS TRISTES
Conchi
Había ido Logroño con la Frater y me dio por beber, que allí lo que sobra es vino. Yo nunca me sentí mejor que mientras bebía. Me sentía alegre, eufórica, no sé por qué, pero tenía esa chispilla en los ojos que se nota en todos los que están alegres. Y cuanto más bebía, más feliz me sentía, no sé por qué, porque motivos no tenía para estar contenta.
Eso sí, estuve borracha todos los días que duró la excursión. Contra más bebía, contra más borracha estaba, más se me olvidaba todo, no me acordaba de nada del pasado y eso era lo bueno, que se desvanecían los sentimientos y así vivía más feliz que nadie.
Lo peor de estas borracheras fue la resaca, que luego te daba vueltas todo y empezabas a devolver y no podías oír el menor ruido porque todo te molestaba. El estómago se te revuelve y lo vomitas todo, hasta sangre si tienes úlceras como yo.
Pues así me encontraba a la vuelta de Logroño. Me había ido allí huyendo de mi tristeza, después de que muriese mi hermano. Por eso bebía, para olvidar. Y cuanto más bebía más olvidaba, pero luego qué mal me sentía.
Y cuando me recuperaba de la resaca vuelta a empezar: recordaba a mis padres, que se habían quedado deshechos por la muerte de mi hermano, como yo, y empezaba a beber otra vez.
Hasta que vine a Madrid. Recuerdo aquellos días de vacaciones como los más felices y los más tristes de mi vida. Para haberme terminado alcohólica.


¿CASUALIDAD?
Laura y adredista 1
Llegó la primavera. La noto en los brotes de los almendros en flor cuando miro por la ventana. Mi ventana es grande, no hace falta que me arrime al cristal para ver unas vistas fenomenales. El día está claro y he pasado un buen rato mirando la naturaleza, es lo que más me atrae y, a la vez, me da tranquilidad.
No sé por qué me acuerdo ahora de un viaje que hice hace unos años con mis compañeros del Hospital por todo el centro de Europa. A menudo pienso lo bien que me lo pasé disfrutando de las personas y de los paisajes que fuimos recorriendo, especialmente en la montaña.
Sueño a menudo con los Alpes. ¡Cuánto me hubiera gustado conocerlos! Ahora mis condiciones físicas no me permiten viajar, pero no me impiden soñar y afortunadamente sueño a cualquier hora. Hoy, en la ventana, he pasado un buen rato soñando con los Alpes.
Me despertó a la realidad una ambulancia con su sirena sonora encendida. El taller de literatura me espera. Busco mis guantes en el cajón de la mesita y veo el mando de la tele, no me resisto a la tentación y la enciendo. Estaban poniendo un reportaje sobre los Andes.
Parece que me habían leído el pensamiento. ¿Existe la casualidad?


CONTRADICCIONES
Rafa
El abuelo de Manuel solía decirle a sus nietos cuando estaban todos reunidos junto al brasero: "Da más quien menos tiene".
Manuel no tardó mucho en entender esto que decía el abuelo, porque su padre le daba suficientes pistas, que lo había aprendido bien.
Aunque al principio no lo entendía, sobre todo cuando perdía otra vez y tenía que entregarle hasta la última canica a su vecino Juanito, el niño rico al que todos envidiaban y temían por su fortaleza física y económica y que no conocía la derrota cuando jugaba a los chinazos.
Cuando a la Josefina, la primera en desarrollar de toda la escuela, se le ocurrió suspirar: “Qué guapo se ha puesto Juanito, y qué alto es”, el abuelo replicó a Manuel: “Lo bonito entra por el pico, que me lo digan a mí, que he criado más de cinco mil ovejas”.
Esto tampoco lo entendía del todo Manuel, pues para él bonita era la Josefina, que se alimentaba como un pajarito, pero aprendió a ser cauto en sus opiniones.
Más tarde, cuando conoció a Jose Roldán en la residencia de Leganés, se acordó de estos dichos de su abuelo. Porque Jose, le contaron, más de una vez ha sido capaz —pese a sus problemas de movilidad y comunicación, y porque el compañero no podía hacer ni eso— de darse a entender con la trabajadora social y pedir un taxi para visitar en el hospital al pariente de uno de sus compañeros más dependientes de la residencia, y volver más tarde a darle noticias al compañero sobre la salud del familiar, que no siempre eran buenas.
Lo otro que decía el abuelo, eso de que lo bonito entra por el pico, queda en entredicho en el caso de Jose, no porque no sea guapo, que no seré yo quien lo diga, o porque no coma lo suficiente, que come y no se priva, sino porque los espasmos continuos lo mantienen en el hueso, cosa que muchos envidiamos.

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