El olor de la calma

Víctor y adredista 0
Cuando Modesta viene a mi casa –suele hacerlo si mi hermana Macarena ha ido a Badajoz, para que yo no me quede solo– me da un beso y entonces es cuando huelo su ropa, que siempre huele igual, a vernel, y huelo su piel, que siempre me huele a rosas.
Pero Modesta no son olores únicamente, ella es una presencia rotunda, aunque no invasiva, porque es suave como el algodón. Con Modesta nunca tropiezas, ni siquiera tiene aristas, si tuviera que dibujarla dibujaría sus abrazos. Modesta es un abrazo.
Lo que más le gustan son las telenovelas. Yo las veo con ella, es distinto a verlas con mi hermana, mi hermana se duerme, pero Modesta jamás. Hace comentarios, habla con los personajes –“Pero qué panoplis eres, niña”, “Tú si que eres malo, ya te tengo calao”–, ella no deja que te distraigas, es más divertida que la propia historia que están viendo.
Pero salvo en estos momentos de emociones sin control, Modesta es serena y justa, es tranquila y sus juicios son sensatos. Mi sobrino Víctor, que tiene 14 años, se lleva muy bien con ella porque Modesta, que no tiene hijos, se preocupa por sus cosas.
Y cuando Modesta se va de casa se lleva sus olores y su calma. Todo vuelve a la normalidad, o sea, es el territorio de Macarena, que pone firme hasta al gato.

No hay comentarios: