No se puede tener todo

Conchi
–Ya estoy demasiado gorda –se queja Concha.
Dora, su vecina del 4º A, le ha invitado a un chocolate con porras, pero se resiste.
–¡Qué pinta tiene este chocolate! –advierte Dora– Pero tú no deberías probarlo, chulita, la diabetes te tiene rodeada y deberías evitar el dulce.
–¿Y para qué me invitas, entonces? ¿Para mirarte comer y comprobar que no te engorda esta pócima?
–No soy tan mala, sólo te advertía –se explica la amiga.
–Cada día me compro la ropa más grande porque ya nada me viene. Me tendré que hacer unas túnicas a lo Demis Roussos –Concha lo dice con verdadera pena.
–Sí, chulita, pero con la diferencia de que tú no cantas ni la Traviata en la ducha.
Las dos se aplican al chocolate, aunque la satisfacción no es completa para Concha.
–¡Quién como tú, más estilizada y guapa que la Venus de Milo! No sé cómo no te has ligado ya al guaperas del séptimo.
–¿Por qué lo dices, te ha comentado algo? –a Dora le interesa más este asunto que las quejas de la amiga.
–No, nada, ayer mismo, que se me cansó mucho el pobre, mientras lo hacíamos, ya sabes, me gusta ponerme encima, y va y me dice que le gustaría que yo estuviera delgada como tú.
–¿Y no le dijiste nada?
–Sí, que no se puede tener todo.


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