Ah, qué Fermín...

Rafa
Cuando Fermín habla de política, pone a todos a caer de un burro, no le gusta nadie. De unos dice que hay trabajo pero no lo quieren dar. Y de los otros, lo mismo.
Cuando termina con los políticos sigue con los futbolistas: “Son una panda de mariquitas, lo que ganan nos lo quitan a nosotros, y encima, no les des un toquecito porque se echan de cabeza a la piscina.”
No entiende ni quiere entender por qué los amigos, cuando hablan de lo mismo, lo hacen de otro modo. Fermín, invariablemente, a la más mínima pausa, empieza con las quejas. No se le escapa el cambio climático, ni la gripe “bubónica”, cómo la llama él. Tampoco los especialistas que hablan del tema. Ya tiene sus propios remedios preparados, porque van a caer como moscas, dice, con vacunas o sin vacunas.
Para los terremotos, amenazas nucleares y revueltas árabes de estos meses también ha tenido sus dosis de mala hostia.
De los inmigrantes, dice que lo único a lo que vienen es a quitarnos el pan.
Cuando se despide de los amigos, acompaña su partida con un escupitajo. Y no deja de mosquearle, aunque sea un poco, que a la siguiente vez lo reciban con el acostumbrado:
–¡Hombre, cuánto tiempo! Ya te buscábamos en los obituarios.

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