La Mole

Conchi
Cuando era pequeña me reía de los gordos, pero no sé el motivo por el que me hacían tanta gracia, no lo puedo explicar. Mi madre se enfadaba, a lo mejor era por eso, y me decía “Niña, ¿por qué te ríes de una persona que está gorda?”.
Yo no lo podía evitar, era ver un gordo y darme la risa tonta. Por ejemplo, cuando íbamos de paseo y nos cruzábamos con un orondo yo me moría de risa y mi madre de vergüenza. Si salía Demis Roussos con su túnica cantando en la tele yo me partía el culo. Y cuando Benny Hill le palmeaba la calva al viejete me mondaba, no sólo por la cara que ponía sino porque estaba gordo.
Lo peor era cuando venía a verne mi tía Matilde, que era más gorda que un camión. En cuanto mi madre abría la puerta y yo veía los mofletes de mi tía, me echaba a reír unas carcajadas a lo idiota que no sabía el por qué. Mi madre me pellizcaba y me amenazaba entre dientes: “¡Cállate, niña! Que eres la vergüenza de la familia.”
Una vez iba con mi madre y con mi tío Carlos, que nos llevaba en coche, al hospital a hacerme una radiografía. Cuando vi a un guardia al que le sobresalían las lorzas por encima de los pantalones y su cara parecía un pan de pueblo, y me empecé a reír a lo bestia, no podía parar de la risa, era una risa nerviosa. El guardia, mosqueado, nos miraba y remiraba, y yo riendo. Y nos cascó una multa. Mi tío no hacía más que decir “¿Pero no ve que la chica no está nada bien?” Pero no coló, nos fuimos de allí echando leches pero con la multa en la mano.
Ya no me hacen tanta gracia los gordos, no sé si es porque he madurado o porque he engordado, a lo mejor es por las dos cosas.

No hay comentarios: