El mayor susto de mi vida

Conchi
Me enteré de la muerte de mi padre cuando llamé a la UVI de la clínica La Concepción. Yo residía temporalmente en el CAMF de Leganés, desde que a él le ingresaron por un linfoma.
Él me llamaba todas las mañanas a las 9:00 o así para contarme cómo estaba y para preguntar qué tal iba yo, pero de pronto dejó de llamar.
Después de tres días sin noticias suyas me mosqueé. “Aquí pasa algo”, pensé. Y llamé a Información del hospital preguntando por Ignacio López y no me querían dar razón hasta que les dije que era su hija.
Entonces me dijeron que acababa de morir. Yo me puse a llorar porque, claro, no lo sabía. Mi madre no me lo había dicho porque quería hacerlo en persona y todavía estaba planificando el entierro cuando yo llamé al hospital.
No me había llamado en tres días porque mi padre se pasó dos días en coma y ella no quería preocuparme... Y como yo tampoco podía echar una mano...
En la residencia, las cuidadoras me dieron un poleo después de recibir la noticia, para tranquilizarme, porque yo tenía muchos nervios. Y por la noche le pedí a la enfermera un Orfidal para poder dormir.
Al día siguiente, y durante mucho tiempo, veía a mi padre por todas partes, tenía la obsesión metida en la cabeza.
Cuando mi madre vino a contarme que mi padre había muerto ya venía de luto, y empecé a gritar y a llorar otra vez de nuevo.
Le gritaba que no se vistiera de negro, que a mí me daba cosa y que a mi padre no le hubiera gustado. Y entonces se puso un pañuelo azul y ya nos calmamos las dos.

No hay comentarios: