Cosas

Conchi
Yo era aficionada a quedar con una amiga mayor que también se llamaba Concha (–Nos juntó la virgen, decía ella. Y yo contestaba –O la virginidad), que todos los días me juntaba en la plaza con ella, y otras mujeres más, y yo le contaba mis problemas y mis cosas de la residencia. Y ella me decía “cada vez me cuesta más andar con las muletas porque tengo dos prótesis de cadera”, y yo la contestaba “siéntate, que yo ya estoy sentada y no me canso”. Porque a veces no me doy cuenta de que las personas mayores que van andando se cansan, como yo tengo el culo sentado siempre, pues claro.
Me agradaba su forma de hablar, me daba consejos, una vez hasta me regaló un pañuelo para mi cumpleaños y me pasaba las horas muertas en la plaza con ella hasta la una de la madrugada. A veces las cuidadoras me iban a buscar porque se preocupaban de dónde estaba a esas horas, tan tarde, que me podía pasar algo.
Y yo estaba tan tranquila y tan feliz en la plaza charlando.
Otra que también andaba por la plaza era Yolanda, una rubia de unos 50 años, que se acercaba a nosotras para sacarnos algo de dinero o tabaco- Hasta que una cuidadora la denunció al director, porque observaron que me quitaba el tabaco y el dinero. Y entonces dieron la voz de alarma para no dejarla pasar al centro, porque ya no sólo me dejaba pelada en la plaza, sino que venía a buscarme a la residencia para acabar de limpiarme.
A Yolanda debieron de terminar por darle un toque, porque ya no volví a verla más, de lo cual nos alegramos Concha y yo, porque así ya no nos sacaba la pasta. Nos sentimos aliviadas, sobre todo yo (Concha no lo sé), porque habíamos sido unas pringadas.
Pero desde el día que me atropelló un coche saliendo del CAMF, no he vuelto a salir sola por la noche, así que no he vuelto a ver a Concha, aunque me imagino que se habrá muerto de vieja, porque ninguna de las personas que nos acompañaban durante aquellas noches me ha sabido contestar cuando he preguntado por ella.

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