Los escritores adredistas somos mutilados de esta sociedad, no hay diferencia entre nosotros y cualquier otra víctima de las disciplinas. En ESCRIBIRADREDE creamos en común porque compartimos conocimientos, lengua y pan. Nos parece que competir es amputar y por eso sumamos. Creamos historias y consumimos historias para librarnos de esta absurda batalla de todos contra todos en que se convirtió el mundo un día que ya ni recordamos, pues las historias trazan los mapas que nos sacan de aquí, de este progreso que ha vaciado el corazón de la humanidad.
Adrede vino a parar a nuestra lengua desde el latín ad directum, pero a través del catalán adret, lo cual hizo el viaje más entretenido.
De mi madre me río porque es vieja, se le caen los platos de la mano, se pincha con la aguja cuando cose, se pierde en el metro cuando viene a verme. No sabe orientarse en los cambios de línea, cualquier día sale en Torrelodones en vez de en El Carrascal, y eso que en Torrelodones no hay metro que yo sepa.
Con mi asistente de escritura me río si le levanta corriendo para irse a mear, pues parece que tiene el muelle ya flojo, no debe de andar nada bien de la próstata. Y del fisio me río si me pisa cuando bailamos, siempre se equivoca en los pasos, que está peor que yo. Es curioso, pero los apuros de los demás a mí siempre me dan la risa. ¿Y dónde está Petra?
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