Amanece


Laura
Con mi esclerosis múltiple sigo adelante día tras día. El doctor Ley es un gran cirujano, salva a gente por la que no dan dos duros. Sigue ejerciendo porque la ciencia lo necesita, pues lo que sabe este caballero es demasiado.
Desde que el doctor Ley me dijo que tuviera valor para afrontar lo que me esperaba, aquí estoy luchando por mi vida día tras día.
Solo por despertarme cada mañana ya estoy alegre y dispuesta a lo que me venga encima. Si hay que ayudar a mis compañeros, yo les ayudo en lo que puedo, que puede ser con mi palabra y mi alegría. Aunque esté acatarrada y tenga que ponerme todos los días los aerosoles, todos los días soy yo la que les doy alegría a los aerosoles, no ellos a mí, que simplemente me desatascan las fosas nasales.
¿Qué puedo decir más de mi alegría? Que es contagiosa y hace cambiar la cara de mis compañeros cuando están tristes. Para mí, la alegría es luz que puedo transmitir a otras personas, que las hay que dan pena al mirarles la cara.
La vida que tengo está llena de cosas alegres. Hay cuidadoras que me asean por la mañana y me rascan la espalda con la esponja. Y después yo me hago sola la higiene personal. Me encantaría que las cuidadoras fueran mis amigas. Pero no, yo soy para ellas alguien a quien tienen que asear, quieran o no quieran. Posiblemente esto no les guste, pero es su trabajo. A pesar de todo, prefiero estar en este Centro en vez de haberme ido al Centro de Esclerosis Múltiple, que no quiero ni pensar cómo me tratarían allí.
Siempre que puedo me río a carcajadas por cualquier cosa y lo transmito. Me río mucho con los niños que veo por la calle en compañía de sus padres, y Laura – mi asistenta personal- me dice que para jugar con ellos están sus padres.
A Laura le pago, pero es mi amiga y me saca a pasear los días que no llueve. Es rumana y muy agradecida, aunque me regaña porque me entretengo mucho con los niños. Yo no puedo menos de hacerlo, porque son una delicia, son pura sonrisa.

No hay comentarios: