Nostalgia


Laura
Foto: D. Sharon Pruitt

Me acuerdo mucho del día que me fui a Galicia, voluntariamente, para alejarme un poco de mi familia. Allí me di cuenta de cuánto les echaba de menos, en medio de una lluvia que no me dejaba salir de casa y me empapaba demasiado.
Era todo llover, llover y llover. Aunque la lluvia limpiaba mucho el ambiente, tenías que estar metida en casa. Yo soy una buena ama de casa y me dedicaba a decorarla lo más alegre posible, porque soy una mujer alegre y me alegra ayudar a los demás.
Me había alejado de mi familia y después me entraba la morriña. Vivía sola y por eso me dedicaba a decorar armarios y paredes que me dieran algo de alegría. Me di cuenta de lo equivocada que estaba cuando viví la añoranza de ellos ¡Qué duro me resultó aquella experiencia, lejos de la familia! Mis hermanas seguían pariendo y yo no conocía a mis sobrinos.
Yo estaba acostumbrada a una familia numerosa y un día decidí marcharme lo más lejos posible de ellos. ¡Qué equivocada estaba!
Al estar tan lejos venían a verme muy de tarde en tarde. Pero me lo merecí, porque me separé de ellos por mi propia cuenta, sin saber lo que les iba a echar de menos.
Añoré a todos mis hermanos. Y muy especialmente a Miguel, porque se murió cuando yo estaba en Galicia y no pude venir al entierro por no tener dinero.
Ahora con mis hermanos me veo de cuando en cuando, también los echo de menos. Pero no tanto como a mi hermano Miguel.

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