Conchi

Yo me compré unos chicles de menta Trídent y también un yogur. Y después vine al Centro.
Le pedí a una compañera que tiene las manos un poco mejor que yo que me lo diera, pero el yogur saltó a tomar por culo. Se manchó todo el suelo y la cuidadora empezó a decir: “¡Qué asco, me cago en tu padre!” el caso es que mi padre ya está muerto y yo me cagué en el suyo. Le tocó pasar la fregona para recoger el yogur y los trozos de piña.
Total, que me quedé sin tomarlo, después de que me había gastado la pasta no me sirvió para nada.
Y al rato vinieron las cuidadoras a acostarme para dormir. Me lo recordaron: “¡Vaya, tía, la que has formado!”. Me tuve que disculpar: “Tías, yo no tengo la culpa de tener las manos tan mal”.
Yo tengo las manos que no me sirven más que para acariciar. Si hubiera tenido mucho dinero, ahora a lo mejor estaba mejor, con rehabilitación todos los días y así. Pero nada, y con tantas operaciones me han chungao los médicos, que me abrieron los abductores, o séase, las caderas, porque no les gustaba como andaba, dándome un poco un pie con otro. Pero el caso es que andaba, no como ahora, después de la operación, que ya no puedo moverme.
Me llevó mi madre al hospital de
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